Un grupo de amigas se reúnen en casa –tecito y galletitas de por medio–para conocer las bondades del producto a vender. Pero en vez de los cl?sicos potes de pl?stico multiuso, aparecen consoladores, geles y todo tipo de juguetes sexuales. Las ventas de living tienen un nuevo producto estrella: los artículos er?ticos. Chile est? en la mira.
Junto a las tacitas de caf? reci?n servidas y las galletitas de rigor, hay consoladores de todos los tama?os, condones con sabor, cremas y geles estimulantes y toda una gama de artículos sexuales. En torno de esa particular mesa, un grupo de mujeres, de todas las edades, comparten las infusiones mientras hurgan en cada juguete y se cuentan intimidades sexuales. La idea es decidir con informaci?n y por ello las confesiones son parte importante de la jornada. Tras el desahogo y la an?cdota se sabe mejor qu? artículo adquirir. Entonces viene la mejor parte. Las chicas sacan sus chequeras o su efectivo y compran -como si fueran cosm?ticos- distintos juguetes er?ticos para sorprender a sus maridos, pololos, amantes... o a ellas mismas.
La moda acaba de llegar hace cuatro meses a Argentina, aunque estas singulares reuniones ya son todo un fen?meno en los Estados Unidos y en varios países de Europa, como las que efectúa el famoso sex shop madrile?o Maleta Roja.
El color púrpura del sexo
Tras criar y dedicarse por a?os a sus hijos y familia, Dina busc? algo diferente en qu? desempe?arse y eligi? el mundo del erotismo femenino, “porque era un campo donde las mujeres no teníamos una plataforma representativa donde informarnos, asesorarnos y adquirir ciertos productos para complementar nuestra vida er?tica”, comenta a LN desde Madrid.
Así naci? Maleta Roja, empresa que vende a domicilio, pero previo contacto de las interesadas. “Nos llaman, la vendedora llega a casa con la maleta roja y toda nuestra gama de productos (m?s de 40). La persona que nos contact? se ha encargado de invitar a sus amigas y así funciona el sistema”. Tras las primeras reuniones, el boca a boca hizo lo suyo. Hoy es todo un ?xito.
Para que la confianza no se quiebre, se?ala Dina, hay una asesora por zona, de modo que las clientas mantengan la identificaci?n con ella. ¿Edades? “Desde las m?s jovencitas hasta 70 a?os y de todas, repito, todas las clases sociales. Sensualidad, erotismo, y sexualidad es de cada y todas las mujeres, a veces m?s y a veces menos, pero siempre est? presente”.
La experiencia argentina
La empresa Sophie Jones fue la encargada de introducir este concepto de ventas en el país trasandino hace s?lo cuatro meses. Las razones para iniciar el negocio de repiten:
“En nuestro país no existían lugares atractivos donde la mujer pudiera ir de shopping er?tico. La idea de una tienda er?tica era muy arriesgada entonces para minimizar el riesgo, adopt? este m?todo que ha sido probado con mucho ?xito en USA y Europa”, comenta a LN desde Buenos Aires, Ana Ottone, creadora de la firma.
El sistema es el mismo: las reuniones se fijan entre mujeres amigas, y se hace una exposici?n y explicaci?n de los productos en el domicilio de la mujer. Se detalla la lencería, los accesorios y los juguetes er?ticos. Las mujeres así pueden tocar, revolver, preguntar, reír, divertirse y finalmente comprar. “Al darles una opci?n de compra íntima y en anonimato, las mujeres, rodeadas de sus amigas, se relajan y desinhiben. Mis clientas van de los 20 a 65 a?os, con un poder adquisitivo medio-medio alto. A todas la idea les pareci? divertida y hasta el momento, no he recibido comentarios negativos”.
De lencería a vibradores
Las distintas edades de las clientas de Maleta Roja marcan las diferencias en el patr?n de consumo: “Las mujeres m?s j?venes se encantan por la cosm?tica y productos rom?nticos, vibradores de fantasía y est?n m?s conscientes en llevar algo que no ofenda ni imponga al hombre. Las mujeres mayores y asentadas y que conocen m?s su cuerpo, compran productos m?s grandes, consoladores, estimulantes, juguetes anales, ya que la relaci?n est? m?s firme o simplemente porque llega a un punto en su vida donde decide tomar las riendas y determinar su propia sexualidad”, explica Dina.
Ya que vender consoladores no es lo mismo que promocionar potes pl?sticos, se debe aprender a entender y aprovechar las reacciones de las clientas. “Inicialmente hay una mezcla entre escepticismo, expectaci?n y curiosidad, pero despu?s de las presentaciones hay una aceptaci?n incondicional de lo que hacemos y nuestras formas. Se dan cuenta que no vamos en plan chabacano, sino que de verdad intentamos transmitir una informaci?n fundada y completa de las diferentes posibilidades que nos ofrece el mundo er?tico”.
En el caso de las argentinas las ventas tienen un claro producto estrella. “¿Los vibradores ganan por lejos!”, dice la due?a de Sophie Jones. Y agrega que pese a que sus clientas son de todas las edades pasa algo muy curioso con algunas se?oras: se convierten en compradoras casi compulsivas. “Organizan reuniones todos los meses y quieren tener, sí o sí, su propio ajuar er?tico. Quieren sentirse unas diosas totales”. Y todas dicen que resulta.
Argentina es el único país de la regi?n donde existe actualmente este sistema de ventas ¿Tiene antecedentes si podría llegar a Chile?. “Muy pronto tendr?n novedades en tu país”, anticipa. ¿Cu?ndo? ¿C?mo? ¿Qui?nes? Como en el erotismo, lo mejor es la sorpresa. Pasion Parties, los pioneros
En EE.UU. el sistema apareci? hace cinco a?os. En California, por ejemplo, Passion Parties, la empresa pionera del Tuppersex yanqui, ya supera los 20 millones de d?lares y las 4 mil vendedoras cautivas. Su perfil de consumidora/promotora va desde amas de casa y ex maestras hasta se?oras jubiladas. Lejos de lo que pudiera pensarse, las “chicas Tuppersex” no son mujeres sexies, sino personas comunes y corrientes que llegan a las reuniones con una sana sonrisa, muy dispuestas a ense?ar los secretos de semejante parafernalia sexual. Eso se replica al dedillo en las otras empresas del rubro. La gran receta es la naturalidad, que las mujeres se sientan en confia
Junto a las tacitas de caf? reci?n servidas y las galletitas de rigor, hay consoladores de todos los tama?os, condones con sabor, cremas y geles estimulantes y toda una gama de artículos sexuales. En torno de esa particular mesa, un grupo de mujeres, de todas las edades, comparten las infusiones mientras hurgan en cada juguete y se cuentan intimidades sexuales. La idea es decidir con informaci?n y por ello las confesiones son parte importante de la jornada. Tras el desahogo y la an?cdota se sabe mejor qu? artículo adquirir. Entonces viene la mejor parte. Las chicas sacan sus chequeras o su efectivo y compran -como si fueran cosm?ticos- distintos juguetes er?ticos para sorprender a sus maridos, pololos, amantes... o a ellas mismas.
La moda acaba de llegar hace cuatro meses a Argentina, aunque estas singulares reuniones ya son todo un fen?meno en los Estados Unidos y en varios países de Europa, como las que efectúa el famoso sex shop madrile?o Maleta Roja.
El color púrpura del sexo
Tras criar y dedicarse por a?os a sus hijos y familia, Dina busc? algo diferente en qu? desempe?arse y eligi? el mundo del erotismo femenino, “porque era un campo donde las mujeres no teníamos una plataforma representativa donde informarnos, asesorarnos y adquirir ciertos productos para complementar nuestra vida er?tica”, comenta a LN desde Madrid.
Así naci? Maleta Roja, empresa que vende a domicilio, pero previo contacto de las interesadas. “Nos llaman, la vendedora llega a casa con la maleta roja y toda nuestra gama de productos (m?s de 40). La persona que nos contact? se ha encargado de invitar a sus amigas y así funciona el sistema”. Tras las primeras reuniones, el boca a boca hizo lo suyo. Hoy es todo un ?xito.
Para que la confianza no se quiebre, se?ala Dina, hay una asesora por zona, de modo que las clientas mantengan la identificaci?n con ella. ¿Edades? “Desde las m?s jovencitas hasta 70 a?os y de todas, repito, todas las clases sociales. Sensualidad, erotismo, y sexualidad es de cada y todas las mujeres, a veces m?s y a veces menos, pero siempre est? presente”.
La experiencia argentina
La empresa Sophie Jones fue la encargada de introducir este concepto de ventas en el país trasandino hace s?lo cuatro meses. Las razones para iniciar el negocio de repiten:
“En nuestro país no existían lugares atractivos donde la mujer pudiera ir de shopping er?tico. La idea de una tienda er?tica era muy arriesgada entonces para minimizar el riesgo, adopt? este m?todo que ha sido probado con mucho ?xito en USA y Europa”, comenta a LN desde Buenos Aires, Ana Ottone, creadora de la firma.
El sistema es el mismo: las reuniones se fijan entre mujeres amigas, y se hace una exposici?n y explicaci?n de los productos en el domicilio de la mujer. Se detalla la lencería, los accesorios y los juguetes er?ticos. Las mujeres así pueden tocar, revolver, preguntar, reír, divertirse y finalmente comprar. “Al darles una opci?n de compra íntima y en anonimato, las mujeres, rodeadas de sus amigas, se relajan y desinhiben. Mis clientas van de los 20 a 65 a?os, con un poder adquisitivo medio-medio alto. A todas la idea les pareci? divertida y hasta el momento, no he recibido comentarios negativos”.
De lencería a vibradores
Las distintas edades de las clientas de Maleta Roja marcan las diferencias en el patr?n de consumo: “Las mujeres m?s j?venes se encantan por la cosm?tica y productos rom?nticos, vibradores de fantasía y est?n m?s conscientes en llevar algo que no ofenda ni imponga al hombre. Las mujeres mayores y asentadas y que conocen m?s su cuerpo, compran productos m?s grandes, consoladores, estimulantes, juguetes anales, ya que la relaci?n est? m?s firme o simplemente porque llega a un punto en su vida donde decide tomar las riendas y determinar su propia sexualidad”, explica Dina.
Ya que vender consoladores no es lo mismo que promocionar potes pl?sticos, se debe aprender a entender y aprovechar las reacciones de las clientas. “Inicialmente hay una mezcla entre escepticismo, expectaci?n y curiosidad, pero despu?s de las presentaciones hay una aceptaci?n incondicional de lo que hacemos y nuestras formas. Se dan cuenta que no vamos en plan chabacano, sino que de verdad intentamos transmitir una informaci?n fundada y completa de las diferentes posibilidades que nos ofrece el mundo er?tico”.
En el caso de las argentinas las ventas tienen un claro producto estrella. “¿Los vibradores ganan por lejos!”, dice la due?a de Sophie Jones. Y agrega que pese a que sus clientas son de todas las edades pasa algo muy curioso con algunas se?oras: se convierten en compradoras casi compulsivas. “Organizan reuniones todos los meses y quieren tener, sí o sí, su propio ajuar er?tico. Quieren sentirse unas diosas totales”. Y todas dicen que resulta.
Argentina es el único país de la regi?n donde existe actualmente este sistema de ventas ¿Tiene antecedentes si podría llegar a Chile?. “Muy pronto tendr?n novedades en tu país”, anticipa. ¿Cu?ndo? ¿C?mo? ¿Qui?nes? Como en el erotismo, lo mejor es la sorpresa. Pasion Parties, los pioneros
En EE.UU. el sistema apareci? hace cinco a?os. En California, por ejemplo, Passion Parties, la empresa pionera del Tuppersex yanqui, ya supera los 20 millones de d?lares y las 4 mil vendedoras cautivas. Su perfil de consumidora/promotora va desde amas de casa y ex maestras hasta se?oras jubiladas. Lejos de lo que pudiera pensarse, las “chicas Tuppersex” no son mujeres sexies, sino personas comunes y corrientes que llegan a las reuniones con una sana sonrisa, muy dispuestas a ense?ar los secretos de semejante parafernalia sexual. Eso se replica al dedillo en las otras empresas del rubro. La gran receta es la naturalidad, que las mujeres se sientan en confia
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