Una nueva ''moda sexual'' extendida entre los j?venes cubanos ha lanzado la alarma de especialistas y autoridades m?dicas en la isla.
La pr?ctica, conocida popularmente como ''la perla'', consiste en introducirse en el pene un objeto de varios milímetros de di?metro, con el prop?sito de experimentar un desempe?o sexual m?s excitante.
De acuerdo con testimonios recogidos por la prensa oficial cubana, la perla se moldea ''a gusto del consumidor'' y puede elaborarse con oro, plata, acrílico o del pl?stico obtenido de un cepillo de dientes.
El artículo aparecido en el diario Juventud Rebelde se sustenta en una investigaci?n con j?venes de 16 a 23 a?os, y advierte que el uso del adminículo ``se ha extendido al barrio, las becas estudiantiles y otros espacios donde generalmente los varones pasan una etapa corta de sus vidas''.
El proceso de cortar la piel del pene para colocar el objeto se realiza en el hogar o el albergue, sin asistencia m?dica, generalmente en condiciones higi?nicas inadecuadas.
Aunque la investigaci?n se concentr? en la ciudad de Camagüey, en el centro de la isla, el uso de la perla se ha difuminado por todo el territorio nacional.
''Es una pr?ctica bastante extendida en todo el país, porque tengo colegas amigos en Santiago de Cuba, en Matanzas, en la Isla de la Juventud, que me han relatado de casos similares'', manifest? a El Nuevo Herald un m?dico residente en La Habana. ``Me han llegado casos terribles de muchachos muy j?venes''.
El fen?meno preocupa a funcionarios de salud y a especialistas m?dicos, quienes han comenzado a observar en sus consultas las secuelas de esta conducta: sangramientos, infecciones de la herida y hasta complicaciones gangrenosas que obligan a amputar parte del pene.
La sex?loga alemana Monika Krause, quien dirigi? en Cuba el Centro Nacional de Educaci?n Sexual (CENESEX) hasta 1990, calific? esta conducta juvenil de ``verdadera locura, s?lo explicable como resultado de una ignorancia espantosa sobre la sexualidad humana''.
''Aunque la inserci?n de la perla puede resultar menos molesta en comparaci?n con otros m?todos que conocí en Cuba, como aplicarse b?lsamo chino y pimiento bravo en los genitales, no deja de ser una operaci?n arriesgada'', agreg? Krause en conversaci?n telef?nica desde Alemania. ``Y el placer que pueda producir seguramente es m?s mito que realidad''.
El h?bito parece haber surgido en las prisiones y en grupos de hippies durante los a?os 60, y prolifer? luego mediante marinos mercantes cubanos que importaban ''la t?cnica'' tras sus viajes por Europa y Asia.
Pero en los talleres y programas de educaci?n sexual que se promovieron en Cuba desde 1977, nunca la utilizaci?n de la perla fue asumida como un problema alarmante.
El asunto salt? a la ficci?n literaria en 1999 cuando el escritor cubano Pedro Juan Guti?rrez public? El Rey de La Habana, novela donde el protagonista deslumbra en sus relaciones sexuales por el uso de una perla. El libro apareci? en Espa?a, pero no se ha editado en Cuba.
Krause atribuye la expansi?n de la pr?ctica, entre otros factores, a la permanencia de una cultura machista, que marca las din?micas de grupo y propicia la ``imitaci?n de los machos-líderes''.
La pr?ctica, conocida popularmente como ''la perla'', consiste en introducirse en el pene un objeto de varios milímetros de di?metro, con el prop?sito de experimentar un desempe?o sexual m?s excitante.
De acuerdo con testimonios recogidos por la prensa oficial cubana, la perla se moldea ''a gusto del consumidor'' y puede elaborarse con oro, plata, acrílico o del pl?stico obtenido de un cepillo de dientes.
El artículo aparecido en el diario Juventud Rebelde se sustenta en una investigaci?n con j?venes de 16 a 23 a?os, y advierte que el uso del adminículo ``se ha extendido al barrio, las becas estudiantiles y otros espacios donde generalmente los varones pasan una etapa corta de sus vidas''.
El proceso de cortar la piel del pene para colocar el objeto se realiza en el hogar o el albergue, sin asistencia m?dica, generalmente en condiciones higi?nicas inadecuadas.
Aunque la investigaci?n se concentr? en la ciudad de Camagüey, en el centro de la isla, el uso de la perla se ha difuminado por todo el territorio nacional.
''Es una pr?ctica bastante extendida en todo el país, porque tengo colegas amigos en Santiago de Cuba, en Matanzas, en la Isla de la Juventud, que me han relatado de casos similares'', manifest? a El Nuevo Herald un m?dico residente en La Habana. ``Me han llegado casos terribles de muchachos muy j?venes''.
El fen?meno preocupa a funcionarios de salud y a especialistas m?dicos, quienes han comenzado a observar en sus consultas las secuelas de esta conducta: sangramientos, infecciones de la herida y hasta complicaciones gangrenosas que obligan a amputar parte del pene.
La sex?loga alemana Monika Krause, quien dirigi? en Cuba el Centro Nacional de Educaci?n Sexual (CENESEX) hasta 1990, calific? esta conducta juvenil de ``verdadera locura, s?lo explicable como resultado de una ignorancia espantosa sobre la sexualidad humana''.
''Aunque la inserci?n de la perla puede resultar menos molesta en comparaci?n con otros m?todos que conocí en Cuba, como aplicarse b?lsamo chino y pimiento bravo en los genitales, no deja de ser una operaci?n arriesgada'', agreg? Krause en conversaci?n telef?nica desde Alemania. ``Y el placer que pueda producir seguramente es m?s mito que realidad''.
El h?bito parece haber surgido en las prisiones y en grupos de hippies durante los a?os 60, y prolifer? luego mediante marinos mercantes cubanos que importaban ''la t?cnica'' tras sus viajes por Europa y Asia.
Pero en los talleres y programas de educaci?n sexual que se promovieron en Cuba desde 1977, nunca la utilizaci?n de la perla fue asumida como un problema alarmante.
El asunto salt? a la ficci?n literaria en 1999 cuando el escritor cubano Pedro Juan Guti?rrez public? El Rey de La Habana, novela donde el protagonista deslumbra en sus relaciones sexuales por el uso de una perla. El libro apareci? en Espa?a, pero no se ha editado en Cuba.
Krause atribuye la expansi?n de la pr?ctica, entre otros factores, a la permanencia de una cultura machista, que marca las din?micas de grupo y propicia la ``imitaci?n de los machos-líderes''.
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