- Yo iba para monja- le dice ella.
- Vaya, -sorprendido- no me lo podría imaginar.
- Sí, cuando estaba en el colegio yo quería ser monja y ayudar a los ni?os, pero conocí a un chico y me hice su novia. Y pues las monjas no pueden tener novios.
En ese punto ?l intenta descubrir ese punto maquiav?lico en la vida anterior de la nueva pareja.
- ¿Y has tenido muchos novios? -le pregunta dejando una pausa.
- ¿Qu? quieres saber?, ¿a cu?ntos me he cojido?
- No, mujer -cuidando las palabras- ...dije novios.
- mmmmm, pues novios, novios... -y ella mira hacia el cielo como intentando hacer una cuenta– novios, pues ninguno, creo .
Él considera mentalmente que la respuesta , pero surge la pregunta masoquista (idiota).
- ¿Y a cu?ntos te has cojido?
- mmm pues –vuelve a mirar al cielo- No s?, unos cincuenta. ¿Y tú?
Él abre los ojos asustado y estira la espalda.
- Pues yo... no s? -aquí est? la duda de intentar equipararse o decir la verdad-
la mitad... o menos.
La mitad de la mitad.
No, quiz? la mitad de la mitad de la mitad.
¿Pero que tú no ibas para monja? ..!!!!
- Ya te lo dije equivoqu? mi vocaci?n.
-Ya un poco alterado contesta
- ¿Y yo qu? soy?, ¿el cincuenta y uno?.
Ella se le acerca y le besa mientras le dice:
- No, Tú eres el primero.
- Vaya, -sorprendido- no me lo podría imaginar.
- Sí, cuando estaba en el colegio yo quería ser monja y ayudar a los ni?os, pero conocí a un chico y me hice su novia. Y pues las monjas no pueden tener novios.
En ese punto ?l intenta descubrir ese punto maquiav?lico en la vida anterior de la nueva pareja.
- ¿Y has tenido muchos novios? -le pregunta dejando una pausa.
- ¿Qu? quieres saber?, ¿a cu?ntos me he cojido?
- No, mujer -cuidando las palabras- ...dije novios.
- mmmmm, pues novios, novios... -y ella mira hacia el cielo como intentando hacer una cuenta– novios, pues ninguno, creo .
Él considera mentalmente que la respuesta , pero surge la pregunta masoquista (idiota).
- ¿Y a cu?ntos te has cojido?
- mmm pues –vuelve a mirar al cielo- No s?, unos cincuenta. ¿Y tú?
Él abre los ojos asustado y estira la espalda.
- Pues yo... no s? -aquí est? la duda de intentar equipararse o decir la verdad-
la mitad... o menos.
La mitad de la mitad.
No, quiz? la mitad de la mitad de la mitad.
¿Pero que tú no ibas para monja? ..!!!!
- Ya te lo dije equivoqu? mi vocaci?n.
-Ya un poco alterado contesta
- ¿Y yo qu? soy?, ¿el cincuenta y uno?.
Ella se le acerca y le besa mientras le dice:
- No, Tú eres el primero.
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