Alguna vez tuve tu amor entre mis manos como un p?jaro herido.
Fue tanto el af?n por calentarlo, que mis dedos terminaron asfixi?ndolo.
Ahog?ndolo con la temblorosa esperanza de hacerlo volar.
Nombr? tu amor.
Le dí estancia en el mundo errante de mis palabras.
Le construí una casa para que la habitara.
Un jardín para que sembrara gerberas y geranios.
Nada de eso fue cierto: El mundo no existía.
El jardín se construía sobre el dilapidado reino del viento.
Y el amor, de tanto nombrarlo (¿o era no decirlo?) muri? sin haber nacido…
Me refiero al nombre del amor,
no a aquellas tardes en las que en tu espalda mis ojos construían su paisaje.
Me refiero al nombre del amor.
Al que no supimos darle.
Al que fue incapaz de bautizar la dulce embestida de los cuerpos.
Me refiero al nombre del amor.
El que jam?s descubrimos.
El que fuimos incapaces de inventar.
La primera palabra del mundo:
Esa, que por ser m?s un canto se acercaba a aquello que nombraba.
Me refiero a ese primigenio grito saliendo de la garganta que s?lo sabía emitir aullidos.
Me refiero a al primer hombre y la primera mujer copulando sobre la tierra
sin tener siquiera la necesidad de decir el escalofrío del primer orgasmo.
Me refiero a quienes fuimos en aquellos dos.
Me refiero a ellos y a nosotros. A ellos en nosotros.
Me refiero a este lenguaje, al acto de trazar líneas acordadas sobre una hoja.
Y a que todo esto de algún modo tenga que ver con tu partida…
Pero yo s?lo quería decir:
“Alguna vez tuve tu amor como un p?jaro herido, entre las manos”
No esta invocaci?n sobre el lenguaje; no esta horfandad de las palabras,
no este mundo en el que tú y yo en pasado
–siempre en pasado-
somos dos n?madas preservando la especie.
No esta obsesi?n por lo que no puede ser dicho.
No este regresar a la hora del bautizo
–el que no existi?, el que no tuvo testigos-
No este mundo que es ya todas las despedidas del amor.
No este M?xico que comienza a enfurecerse y lanza sus gritos citadinos.
S?lo decir:
“Alguna vez tuve tu amor…”
y esta premura por escribir
“pàjaro herido”,
“manos”,
“viento”,
“espada de Dam?cles”…
Tú y el silencio.
Yo y las palabras.
Nada. “Alguna vez”
(siempre en pasado).
Fue tanto el af?n por calentarlo, que mis dedos terminaron asfixi?ndolo.
Ahog?ndolo con la temblorosa esperanza de hacerlo volar.
Nombr? tu amor.
Le dí estancia en el mundo errante de mis palabras.
Le construí una casa para que la habitara.
Un jardín para que sembrara gerberas y geranios.
Nada de eso fue cierto: El mundo no existía.
El jardín se construía sobre el dilapidado reino del viento.
Y el amor, de tanto nombrarlo (¿o era no decirlo?) muri? sin haber nacido…
Me refiero al nombre del amor,
no a aquellas tardes en las que en tu espalda mis ojos construían su paisaje.
Me refiero al nombre del amor.
Al que no supimos darle.
Al que fue incapaz de bautizar la dulce embestida de los cuerpos.
Me refiero al nombre del amor.
El que jam?s descubrimos.
El que fuimos incapaces de inventar.
La primera palabra del mundo:
Esa, que por ser m?s un canto se acercaba a aquello que nombraba.
Me refiero a ese primigenio grito saliendo de la garganta que s?lo sabía emitir aullidos.
Me refiero a al primer hombre y la primera mujer copulando sobre la tierra
sin tener siquiera la necesidad de decir el escalofrío del primer orgasmo.
Me refiero a quienes fuimos en aquellos dos.
Me refiero a ellos y a nosotros. A ellos en nosotros.
Me refiero a este lenguaje, al acto de trazar líneas acordadas sobre una hoja.
Y a que todo esto de algún modo tenga que ver con tu partida…
Pero yo s?lo quería decir:
“Alguna vez tuve tu amor como un p?jaro herido, entre las manos”
No esta invocaci?n sobre el lenguaje; no esta horfandad de las palabras,
no este mundo en el que tú y yo en pasado
–siempre en pasado-
somos dos n?madas preservando la especie.
No esta obsesi?n por lo que no puede ser dicho.
No este regresar a la hora del bautizo
–el que no existi?, el que no tuvo testigos-
No este mundo que es ya todas las despedidas del amor.
No este M?xico que comienza a enfurecerse y lanza sus gritos citadinos.
S?lo decir:
“Alguna vez tuve tu amor…”
y esta premura por escribir
“pàjaro herido”,
“manos”,
“viento”,
“espada de Dam?cles”…
Tú y el silencio.
Yo y las palabras.
Nada. “Alguna vez”
(siempre en pasado).
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