Lenta, mordida torpemente inclino
la fresa violeta de mis sue?os.
Salgo al dolor de abrirme a mi tormenta,
de regresarme al pozo de estos dedos
por donde vierto ciega tanta vida.
Me llama el viejo oficio de aturdirme
los delicados nudos de mi sangre,
la paz de hundirme tardes en la esquina
que tan tembladamente me ha crecido.
Llueve el reloj de su prisa despiadada.
Mi coraz?n, en tanto,
me desvive la luz que anduve herida.
De nuevo est? lloviendo mi locura:
ser? el sudor,
esa mojada m?cula muri?ndome,
esa se?al de mar, esa respuesta
que altiva nazco a quien amarme acuda;
Ser? mi entra?a en bodas con el miedo,
mi compasi?n de mí
que quise en este templo
la boca de otra vida estremeci?ndome.
Ser? que estoy entrada de cipreses
esta prieta ansiedad desarrimada
del roce estrecho del caudal henchido.
Estoy diciembre
desde que tiemblo el coraz?n tan hondo.
Mi nieve est? en camino.
Ser? que curvo el alma a su sosiego,
ser? mi coraz?n arrodillado,
perdido de otra luz quien me despierta
la lava abierta de mi mar primero.
Me asusto en la cintura:
nunca otro anillo at? m?s turbulencia.
I. A.
la fresa violeta de mis sue?os.
Salgo al dolor de abrirme a mi tormenta,
de regresarme al pozo de estos dedos
por donde vierto ciega tanta vida.
Me llama el viejo oficio de aturdirme
los delicados nudos de mi sangre,
la paz de hundirme tardes en la esquina
que tan tembladamente me ha crecido.
Llueve el reloj de su prisa despiadada.
Mi coraz?n, en tanto,
me desvive la luz que anduve herida.
De nuevo est? lloviendo mi locura:
ser? el sudor,
esa mojada m?cula muri?ndome,
esa se?al de mar, esa respuesta
que altiva nazco a quien amarme acuda;
Ser? mi entra?a en bodas con el miedo,
mi compasi?n de mí
que quise en este templo
la boca de otra vida estremeci?ndome.
Ser? que estoy entrada de cipreses
esta prieta ansiedad desarrimada
del roce estrecho del caudal henchido.
Estoy diciembre
desde que tiemblo el coraz?n tan hondo.
Mi nieve est? en camino.
Ser? que curvo el alma a su sosiego,
ser? mi coraz?n arrodillado,
perdido de otra luz quien me despierta
la lava abierta de mi mar primero.
Me asusto en la cintura:
nunca otro anillo at? m?s turbulencia.
I. A.
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