“Y el olor de la sangre mojaba el aire.
Y el olor de la sangre manchaba el aire”.
Poema nahua
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Gustavo Díaz Ordaz nace en Oaxaca el 12 de marzo de 1911. Estudia en el famoso Colegio de Ciencias y Artes, donde imparti? clase Benito Ju?rez y donde tambi?n fue alumno Porfirio Díaz.
Gustavo Díaz Ordaz
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En la d?cada de los treinta, la familia Díaz Ordaz se traslada a Puebla. Allí, Gustavo vive el cacicazgo de Maximino Ávila Camacho, due?o del estado y hermano de Manuel Ávila Camacho, quien llegar? a presidente. Gustavo conoce allí el poder de la represi?n. Para 1937, Díaz Ordaz trabaja como agente del Ministerio Público. Desempe?a varios cargos públicos antes de formar parte del Congreso Federal, primero como diputado (1943-1946) y despu?s como senador (1946-1952). Es Secretario de Gobernaci?n desde diciembre de 1958 hasta noviembre de 1963, durante el mandato del presidente Adolfo L?pez Mateos. Alcanza la Presidencia de la República el 1 de diciembre de 1964.
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Toda su vida pasa obsesionado por el orden, y esto se manifiesta en una de sus pasiones: armar rompecabezas. Posee cientos de ellos, incluso ?l mismo los construye en su taller particular. Pasa horas armando las piezas; s?lo así se relaja, s?lo así siente que posee el control absoluto.
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Así, Díaz Ordaz concentra en su persona el mayor poder político en M?xico desde que Porfirio Díaz gobern? M?xico.
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Como afirma el historiador Enrique Krauze:
“Nunca se había respirado un clima de subordinaci?n semejante en el país. La del primer círculo era total y completa: el ej?rcito en pleno, los miles de sindicatos oficiales, las organizaciones campesinas, los 29 gobernadores, los casi 2,328 presidentes municipales, los diputados, todos los senadores, los magistrados: todos se cuadraban ante el Se?or Presidente”.
Cartel sobre Díaz Ordaz
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El primer gremio en sentir el poder del presidente es el de los m?dicos: Díaz Ordaz reprime el movimiento iniciado en 1964 y que se extiende hasta 1965.
El Movimiento M?dico de 1965
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Adem?s de desprestigiarlos, ordena que el Cuerpo de Granaderos encabezado por R?mulo S?nchez Mireles entre al Hospital 20 de noviembre, desaloje a los m?dicos huelguistas y empiece a proporcionar servicios m?dicos b?sicos. Los militares toman las instalaciones “rebeldes”. Los casos urgentes son enviados al Hospital Militar.
La represi?n a los m?dicos
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Díaz Ordaz declara al respecto:
“El desorden abre las puertas a la anarquía o a la dictadura (…) procederemos en forma prudente, pero vigorosa, contra los responsables”.
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La C?mara de Diputados literalmente aplaude la represi?n durante el primer informe de gobierno.
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Despu?s, en 1966, ocurre el incidente del Diario de M?xico: por un error de imprenta, dos pies de foto aparecen cambiados. Bajo una fotografía del presidente, se publica la frase: “Se enriquece el zool?gico. En la presente gr?fica aparecen algunos de los nuevos ejemplares adquiridos por las autoridades para divertimento de los capitalinos. Estos monos fueron colocados ayer en sus jaulas”.
Los pies de foto cambiados
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Días despu?s, el peri?dico cabecea: “El presidente Díaz Ordaz ordena la muerte de Diario de M?xico”. El peri?dico cierra y nunca vuelve a circular.
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Otros eventos demuestran la mano dura del oaxaque?o: la represi?n del movimiento democratizador del PRI encabezado por Carlos Madrazo; el cese de Arnaldo Orfila Reynal como director del Fondo de Cultura Econ?mica, por haber publicado el libro Los hijos de S?nchez, de Oscar Lewis; la renuncia forzada del rector de la UNAM, el doctor Ignacio Ch?vez; y su sustituci?n por un hombre que se convertir? en protagonista de los dram?ticos eventos por venir: Javier Barros Sierra.
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El Secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, afirma: “Díaz Ordaz era de línea dura: usaba el poder”. En sus discursos (que ?l mismo escribe) y en los diarios que lleva durante a?os, así como en sus Memorias, Díaz Ordaz refleja su car?cter de hombre atormentado:
“Desde aquí es posible sentir cuando el pueblo est? satisfecho, airado, exigente, solidario, indiferente o frío (…) Seamos tolerantes hasta el límite, pero seamos firmemente intransigentes en la defensa de los principios (…) por sobre todas las cosas hay que salvar la integridad de las instituciones; cuando la ley deba aplicarse con rigor, se aplicar? con todo el que sea necesario”.
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Al respecto dice Enrique Krauze: “Este es el hombre que ‘Adolfito’ (L?pez Mateos) dej? en la presidencia para gobernar M?xico en la m?s rebelde y libertaria de las d?cadas”.
Manifestaci?n a favor de las minifaldas
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La primera rebeli?n estudiantil: 2 de octubre de 1966
El primer brote surge en el estado de Michoac?n, en Morelia, su capital. El 2 de octubre de 1966 (dos a?os exactos antes del sacrificio de Tlatelolco), un estudiante originario de Guerrero y afiliado al Partido Revolucionario Institucional, llamado Everardo Rodríguez Orbe, es asesinado.
El funeral de Everardo Rodríguez Orbe
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En desplegados de prensa, el gobierno del estado acusa a “agitadores profesionales coludidos con extranjeros”. El gobernador es Agustín Arriaga Rivera.
El gobernador de Michoac?n, Agustín Arriaga Rivera
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Despu?s se sabe que ha sido un accidente, que una bala perdida fue la causante. Pero los estudiantes toman el cad?ver de Everardo y lo pasean por las calles de Morelia, present?ndolo como “víctima del gobierno”. Una manifestaci?n estudiantil cruza toda la ciudad. Exigen la desaparici?n de poderes en el estado.
Las protestas
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La respuesta del presidente es fulminante: habla con Luis Echeverría Alvarez, entonces Secretario de Gobernaci?n, y le da instrucciones. Echeverría le ordena al general Gastelum (subsecretario de la Defensa Nacional) que envíe tropas a Morelia.
Luis Echeverría Álvarez y Gustavo Díaz Ordaz
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La noche del 6 de octubre de 1966, llegan los paracaidistas del Ej?rcito Mexicano y sitian Morelia. Desfilan en su entrada nocturna a la ciudad mientras tocan tambores. Despu?s ocupan la universidad. Los dirige un hombre que se convertir? en el dirigente militar preferido del gobierno: el general Jos? Hern?ndez Toledo. Vestido con casco y uniforme de campa?a, entra en el claustro universitario como si se hallara en medio de una guerra.
El Ej?rcito entra en Morelia
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El general Jos? Hern?ndez Toledo, brazo ejecutor de la represi?n diazordacista
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“Era triste ver allanado por primera vez al colegio fundado por Vasco de Quiroga, el m?s antiguo en funciones en el continente americano, del que había sido rector Miguel Hidalgo y alumno Jos? María Morelos, el que guardaba la gran biblioteca particular y el coraz?n de Melchor Ocampo”, afirma Jaime Labastida.
La tropa en la Universidad de Morelia
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Mientras el ej?rcito se apodera de la casa de estudios, el Ministro de Defensa, el general Marcelino García Barrag?n, llama por tel?fono al gobernador para comunicarle que se har? “una limpia de las casas de estudiantes”. Muchos son arrestados; otros se esconden o huyen. Así queda sofocado aquel primer brote de rebeldía juvenil.
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Un a?o despu?s, las mismas escenas se repiten, esta vez en la Universidad de Sonora. Nuevamente el ej?rcito interviene para controlar los des?rdenes estudiantiles. “Se ha protegido el r?gimen jurídico”, dice Díaz Ordaz en su informe de gobierno. “No ejercer el poder que la ley confiere al gobernante es tan nocivo como abusar de ?l. He de repetir: ¡nadie tiene fueros contra M?xico!”
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Mientras esto sucede, en la sierra de Guerrero se preparan dos hombres que, en la d?cada siguiente, protagonizar?n la guerrilla mexicana y ser?n víctimas de la “guerra sucia” de los a?os setenta: Lucio Caba?as y Genaro V?zquez Rojas.
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En "La cultura en M?xico", suplemento de la revista Siempre!, el escritor Carlos Monsiv?is afirma: “1967 ha desempe?ado en la historia privada de M?xico un papel premonitorio o prologal; es a 1968 lo que 1909 fue a 1910”.
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Al comenzar julio, el Presidente Gustavo Díaz Ordaz envía a la C?mara de Diputados una iniciativa de ley para conceder la ciudadanía a los dieciocho a?os; el trasfondo es poder encarcelar a los j?venes antes de que cumplan los 21 a?os.
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M?xico adem?s ha obtenido la sede para los Juegos Olímpicos de 1968. Los medios de comunicaci?n masiva se concentran en ello; los anuncios espectaculares que aparecen en las principales calles del país muestran a la paloma blanca, símbolo de la paz.
Iluminaci?n alusiva a la Olimpiada

Se instituye adem?s la Olimpiada Cultural, donde intelectuales y artistas de todo el mundo asisten a M?xico para dar lecturas de poesía, disertar en mesas redondas, montar exposiciones.
Edecanes de los Juegos Olímpicos de M?xico 68
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El eslogan que se acu?a tiene, sin embargo, un siniestro doble significado, una macabra ambigüedad, aunque nadie parece percibirlo: “Todo es posible en la paz”. En medio de este doble discurso, de la represi?n interna y las fiestas de hermandad externas, el escenario est? listo para que una chispa, cualquier chispa, inicie el fuego que incendiar? al país durante meses y cambiar? para siempre el rostro de M?xico.
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22 de julio de 1968
Todo comienza con un partido de football callejero. Alumnos de una preparatoria particular incorporada a la UNAM (la Isaac Ochoterena) y de la Vocacional 5 del Instituto Polit?cnico Nacional (IPN), juegan en la Plaza de la Ciudadela, el mismo sitio que 55 a?os antes se cubri? de cad?veres durante los eventos de la llamada “Decena Tr?gica”. Una falta cometida sobre uno de los jugadores desencadena un pleito entre los jovencitos.
La primera imagen: comienza el Movimiento Estudiantil por un pleito callejero
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Son j?venes que pelean entre ellos, como en cualquier juego callejero en cualquier ciudad del mundo. Los que se enfrentan son dos pandillas: “Los Ara?as” y “Los Ciudadelos”. Son encabezados por Alfonso “El Johnny” Torres Saavedra. Esperan un supuesto ataque de los porros de la preparatoria 5, comandados por “El King Kong” y “El Superman”, quienes nunca llegan.
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23 de julio de 1968
Las pandillas de “Los Ciudadelos” y “Los Ara?as” se enfrentan con estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena; tambi?n intervienen estudiantes de las Vocacionales 2 y 5; entre ellos se encuentra “El Tibio” Mu?oz, un clavadista que ser? medallista olímpico unos meses despu?s. Entonces, en vez de que aparezca un maestro o un policía para calmarlos, quienes llegan son los granaderos.
Comienza la represi?n
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En vez de limitarse a separar a los rijosos, empiezan a golpearlos con sus macanas. Los alumnos de la Vocacional corren a su escuela y los granaderos los persiguen hasta el interior.
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Allí, sin hacer distingo, se ponen a golpear a todos los alumnos que se encuentran. Tambi?n golpean a maestros y maestras que protestan por la agresi?n o simplemente se asoman desde sus aulas para indagar el motivo del ruido y de los gritos.
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La maestra de matem?ticas Marcela Guerrero es golpeada con fuerza desmedida en el patio. La escena aviva la furia estudiantil y retrata el sadismo policiaco, como muchas otras de esa soleada ma?ana.
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Como los estudiantes rechazan la agresi?n, los granaderos utilizan sobre ellos ya no solamente las macanas, sino tambi?n las culatas de sus rifles y les rocían gases lacrim?genos. Hasta piden refuerzos, como si en vez de enfrentarse a jovencitos fueran atacados por terroristas.
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Uno de los j?venes a quienes golpean es el estudiante Ernesto Zedillo Ponce de Le?n, quien 26 a?os despu?s ser? Presidente de la República y jam?s olvidar? ese día.
La golpiza a Ernesto Zedillo Ponce de Le?n
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Muchos corren por la Plaza de la Ciudadela escapando de los golpes y los gases. Se defienden con gritos, piedras, palos. Tres horas dura la violencia orquestada por doscientos granaderos y una veintena de elementos de la policía secreta, que tambi?n llegan a ver de qu? se trata el asunto.
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Es la primera batalla de una cadena de 72 días de violencia, protestas, marchas, asedios, persecuciones, masacres, terrorismo de Estado, muerte y c?rcel, que forman parte del Movimiento Estudiantil de 1968.
Y el olor de la sangre manchaba el aire”.
Poema nahua
Gustavo Díaz Ordaz nace en Oaxaca el 12 de marzo de 1911. Estudia en el famoso Colegio de Ciencias y Artes, donde imparti? clase Benito Ju?rez y donde tambi?n fue alumno Porfirio Díaz.
Gustavo Díaz Ordaz
En la d?cada de los treinta, la familia Díaz Ordaz se traslada a Puebla. Allí, Gustavo vive el cacicazgo de Maximino Ávila Camacho, due?o del estado y hermano de Manuel Ávila Camacho, quien llegar? a presidente. Gustavo conoce allí el poder de la represi?n. Para 1937, Díaz Ordaz trabaja como agente del Ministerio Público. Desempe?a varios cargos públicos antes de formar parte del Congreso Federal, primero como diputado (1943-1946) y despu?s como senador (1946-1952). Es Secretario de Gobernaci?n desde diciembre de 1958 hasta noviembre de 1963, durante el mandato del presidente Adolfo L?pez Mateos. Alcanza la Presidencia de la República el 1 de diciembre de 1964.
Toda su vida pasa obsesionado por el orden, y esto se manifiesta en una de sus pasiones: armar rompecabezas. Posee cientos de ellos, incluso ?l mismo los construye en su taller particular. Pasa horas armando las piezas; s?lo así se relaja, s?lo así siente que posee el control absoluto.
Así, Díaz Ordaz concentra en su persona el mayor poder político en M?xico desde que Porfirio Díaz gobern? M?xico.
Como afirma el historiador Enrique Krauze:
“Nunca se había respirado un clima de subordinaci?n semejante en el país. La del primer círculo era total y completa: el ej?rcito en pleno, los miles de sindicatos oficiales, las organizaciones campesinas, los 29 gobernadores, los casi 2,328 presidentes municipales, los diputados, todos los senadores, los magistrados: todos se cuadraban ante el Se?or Presidente”.
Cartel sobre Díaz Ordaz
El primer gremio en sentir el poder del presidente es el de los m?dicos: Díaz Ordaz reprime el movimiento iniciado en 1964 y que se extiende hasta 1965.
El Movimiento M?dico de 1965
Adem?s de desprestigiarlos, ordena que el Cuerpo de Granaderos encabezado por R?mulo S?nchez Mireles entre al Hospital 20 de noviembre, desaloje a los m?dicos huelguistas y empiece a proporcionar servicios m?dicos b?sicos. Los militares toman las instalaciones “rebeldes”. Los casos urgentes son enviados al Hospital Militar.
La represi?n a los m?dicos
Díaz Ordaz declara al respecto:
“El desorden abre las puertas a la anarquía o a la dictadura (…) procederemos en forma prudente, pero vigorosa, contra los responsables”.
La C?mara de Diputados literalmente aplaude la represi?n durante el primer informe de gobierno.
Despu?s, en 1966, ocurre el incidente del Diario de M?xico: por un error de imprenta, dos pies de foto aparecen cambiados. Bajo una fotografía del presidente, se publica la frase: “Se enriquece el zool?gico. En la presente gr?fica aparecen algunos de los nuevos ejemplares adquiridos por las autoridades para divertimento de los capitalinos. Estos monos fueron colocados ayer en sus jaulas”.
Los pies de foto cambiados
Días despu?s, el peri?dico cabecea: “El presidente Díaz Ordaz ordena la muerte de Diario de M?xico”. El peri?dico cierra y nunca vuelve a circular.
Otros eventos demuestran la mano dura del oaxaque?o: la represi?n del movimiento democratizador del PRI encabezado por Carlos Madrazo; el cese de Arnaldo Orfila Reynal como director del Fondo de Cultura Econ?mica, por haber publicado el libro Los hijos de S?nchez, de Oscar Lewis; la renuncia forzada del rector de la UNAM, el doctor Ignacio Ch?vez; y su sustituci?n por un hombre que se convertir? en protagonista de los dram?ticos eventos por venir: Javier Barros Sierra.
El Secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, afirma: “Díaz Ordaz era de línea dura: usaba el poder”. En sus discursos (que ?l mismo escribe) y en los diarios que lleva durante a?os, así como en sus Memorias, Díaz Ordaz refleja su car?cter de hombre atormentado:
“Desde aquí es posible sentir cuando el pueblo est? satisfecho, airado, exigente, solidario, indiferente o frío (…) Seamos tolerantes hasta el límite, pero seamos firmemente intransigentes en la defensa de los principios (…) por sobre todas las cosas hay que salvar la integridad de las instituciones; cuando la ley deba aplicarse con rigor, se aplicar? con todo el que sea necesario”.
Al respecto dice Enrique Krauze: “Este es el hombre que ‘Adolfito’ (L?pez Mateos) dej? en la presidencia para gobernar M?xico en la m?s rebelde y libertaria de las d?cadas”.
Manifestaci?n a favor de las minifaldas
La primera rebeli?n estudiantil: 2 de octubre de 1966
El primer brote surge en el estado de Michoac?n, en Morelia, su capital. El 2 de octubre de 1966 (dos a?os exactos antes del sacrificio de Tlatelolco), un estudiante originario de Guerrero y afiliado al Partido Revolucionario Institucional, llamado Everardo Rodríguez Orbe, es asesinado.
El funeral de Everardo Rodríguez Orbe
En desplegados de prensa, el gobierno del estado acusa a “agitadores profesionales coludidos con extranjeros”. El gobernador es Agustín Arriaga Rivera.
El gobernador de Michoac?n, Agustín Arriaga Rivera
Despu?s se sabe que ha sido un accidente, que una bala perdida fue la causante. Pero los estudiantes toman el cad?ver de Everardo y lo pasean por las calles de Morelia, present?ndolo como “víctima del gobierno”. Una manifestaci?n estudiantil cruza toda la ciudad. Exigen la desaparici?n de poderes en el estado.
Las protestas
La respuesta del presidente es fulminante: habla con Luis Echeverría Alvarez, entonces Secretario de Gobernaci?n, y le da instrucciones. Echeverría le ordena al general Gastelum (subsecretario de la Defensa Nacional) que envíe tropas a Morelia.
Luis Echeverría Álvarez y Gustavo Díaz Ordaz
La noche del 6 de octubre de 1966, llegan los paracaidistas del Ej?rcito Mexicano y sitian Morelia. Desfilan en su entrada nocturna a la ciudad mientras tocan tambores. Despu?s ocupan la universidad. Los dirige un hombre que se convertir? en el dirigente militar preferido del gobierno: el general Jos? Hern?ndez Toledo. Vestido con casco y uniforme de campa?a, entra en el claustro universitario como si se hallara en medio de una guerra.
El Ej?rcito entra en Morelia
El general Jos? Hern?ndez Toledo, brazo ejecutor de la represi?n diazordacista
“Era triste ver allanado por primera vez al colegio fundado por Vasco de Quiroga, el m?s antiguo en funciones en el continente americano, del que había sido rector Miguel Hidalgo y alumno Jos? María Morelos, el que guardaba la gran biblioteca particular y el coraz?n de Melchor Ocampo”, afirma Jaime Labastida.
La tropa en la Universidad de Morelia
Mientras el ej?rcito se apodera de la casa de estudios, el Ministro de Defensa, el general Marcelino García Barrag?n, llama por tel?fono al gobernador para comunicarle que se har? “una limpia de las casas de estudiantes”. Muchos son arrestados; otros se esconden o huyen. Así queda sofocado aquel primer brote de rebeldía juvenil.
Un a?o despu?s, las mismas escenas se repiten, esta vez en la Universidad de Sonora. Nuevamente el ej?rcito interviene para controlar los des?rdenes estudiantiles. “Se ha protegido el r?gimen jurídico”, dice Díaz Ordaz en su informe de gobierno. “No ejercer el poder que la ley confiere al gobernante es tan nocivo como abusar de ?l. He de repetir: ¡nadie tiene fueros contra M?xico!”
Mientras esto sucede, en la sierra de Guerrero se preparan dos hombres que, en la d?cada siguiente, protagonizar?n la guerrilla mexicana y ser?n víctimas de la “guerra sucia” de los a?os setenta: Lucio Caba?as y Genaro V?zquez Rojas.
En "La cultura en M?xico", suplemento de la revista Siempre!, el escritor Carlos Monsiv?is afirma: “1967 ha desempe?ado en la historia privada de M?xico un papel premonitorio o prologal; es a 1968 lo que 1909 fue a 1910”.
Al comenzar julio, el Presidente Gustavo Díaz Ordaz envía a la C?mara de Diputados una iniciativa de ley para conceder la ciudadanía a los dieciocho a?os; el trasfondo es poder encarcelar a los j?venes antes de que cumplan los 21 a?os.
M?xico adem?s ha obtenido la sede para los Juegos Olímpicos de 1968. Los medios de comunicaci?n masiva se concentran en ello; los anuncios espectaculares que aparecen en las principales calles del país muestran a la paloma blanca, símbolo de la paz.
Iluminaci?n alusiva a la Olimpiada
Se instituye adem?s la Olimpiada Cultural, donde intelectuales y artistas de todo el mundo asisten a M?xico para dar lecturas de poesía, disertar en mesas redondas, montar exposiciones.
Edecanes de los Juegos Olímpicos de M?xico 68
El eslogan que se acu?a tiene, sin embargo, un siniestro doble significado, una macabra ambigüedad, aunque nadie parece percibirlo: “Todo es posible en la paz”. En medio de este doble discurso, de la represi?n interna y las fiestas de hermandad externas, el escenario est? listo para que una chispa, cualquier chispa, inicie el fuego que incendiar? al país durante meses y cambiar? para siempre el rostro de M?xico.
22 de julio de 1968
Todo comienza con un partido de football callejero. Alumnos de una preparatoria particular incorporada a la UNAM (la Isaac Ochoterena) y de la Vocacional 5 del Instituto Polit?cnico Nacional (IPN), juegan en la Plaza de la Ciudadela, el mismo sitio que 55 a?os antes se cubri? de cad?veres durante los eventos de la llamada “Decena Tr?gica”. Una falta cometida sobre uno de los jugadores desencadena un pleito entre los jovencitos.
La primera imagen: comienza el Movimiento Estudiantil por un pleito callejero
Son j?venes que pelean entre ellos, como en cualquier juego callejero en cualquier ciudad del mundo. Los que se enfrentan son dos pandillas: “Los Ara?as” y “Los Ciudadelos”. Son encabezados por Alfonso “El Johnny” Torres Saavedra. Esperan un supuesto ataque de los porros de la preparatoria 5, comandados por “El King Kong” y “El Superman”, quienes nunca llegan.
23 de julio de 1968
Las pandillas de “Los Ciudadelos” y “Los Ara?as” se enfrentan con estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena; tambi?n intervienen estudiantes de las Vocacionales 2 y 5; entre ellos se encuentra “El Tibio” Mu?oz, un clavadista que ser? medallista olímpico unos meses despu?s. Entonces, en vez de que aparezca un maestro o un policía para calmarlos, quienes llegan son los granaderos.
Comienza la represi?n
En vez de limitarse a separar a los rijosos, empiezan a golpearlos con sus macanas. Los alumnos de la Vocacional corren a su escuela y los granaderos los persiguen hasta el interior.
Allí, sin hacer distingo, se ponen a golpear a todos los alumnos que se encuentran. Tambi?n golpean a maestros y maestras que protestan por la agresi?n o simplemente se asoman desde sus aulas para indagar el motivo del ruido y de los gritos.
La maestra de matem?ticas Marcela Guerrero es golpeada con fuerza desmedida en el patio. La escena aviva la furia estudiantil y retrata el sadismo policiaco, como muchas otras de esa soleada ma?ana.
Como los estudiantes rechazan la agresi?n, los granaderos utilizan sobre ellos ya no solamente las macanas, sino tambi?n las culatas de sus rifles y les rocían gases lacrim?genos. Hasta piden refuerzos, como si en vez de enfrentarse a jovencitos fueran atacados por terroristas.
Uno de los j?venes a quienes golpean es el estudiante Ernesto Zedillo Ponce de Le?n, quien 26 a?os despu?s ser? Presidente de la República y jam?s olvidar? ese día.
La golpiza a Ernesto Zedillo Ponce de Le?n
Muchos corren por la Plaza de la Ciudadela escapando de los golpes y los gases. Se defienden con gritos, piedras, palos. Tres horas dura la violencia orquestada por doscientos granaderos y una veintena de elementos de la policía secreta, que tambi?n llegan a ver de qu? se trata el asunto.
Es la primera batalla de una cadena de 72 días de violencia, protestas, marchas, asedios, persecuciones, masacres, terrorismo de Estado, muerte y c?rcel, que forman parte del Movimiento Estudiantil de 1968.
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