efectivamente: ahí els va un poco de historia, cortesía de denisse maerker:
LA CULTURA DEL DESPILFARRO
Denise Maerker
Atando cabos</B>
28 de septiembre de 2009
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Lecturas(17561)¡Así somos los mexicanos!
Hace una semana publiqu? en este espacio que el presidente Felipe Calder?n est? pensando pagar 60 millones de d?lares por un espect?culo del Bicentenario que se presentar? una sola vez, una noche, en el Z?calo.
Las reacciones de los lectores me sorprendieron. Recupero algunas: “¡Una vez cada 200 a?os no hace da?o!... ¿a ver qui?n de aquí no se ha gastado su último sueldo en cervezas, en armar la pachanga con la familia y olvidarse de todo?” Otro m?s apela al animo derrochador del mexicano para justificarlo: “Los mexicanos así somos, la fiesta de los 15 a?os de la hija, el bautizo o la boda son motivo para echar la casa por la ventana a pesar de no contar con los recursos econ?micos”. Y por último otro m?s nos recuerda que el despilfarro es tradici?n en los pueblos: “En mi rancho cuando llegan los 15 a?os de la ni?a, aunque no haya dinero ni para el pago del recibo de la luz, de todas formas se hace fiesta, y no s?lo eso, se echa la casa por la venta, todo, claro, a costillas de muchos padrinos, de vestido, de música, de pastel, de comida, de invitaciones, de mariachi, de video, de peinado, de bebida y sin faltar los padrinos de palillos, popotes y servilletas. ¡Así somos los mexicanos!”
No por ser nuestro lo tradicional es bueno. Conozco bien el caso de Santa Rosa de Lima, un pueblo mixteco de Oaxaca. En Santa Rosa no se produce nada y la mayoría de su poblaci?n ha tenido que emigrar. Algunos viven en el Distrito Federal, la mayoría esta en Oregon, en Estados Unidos. Eso no impide que cada a?o, del 28 al 31 de agosto se festeje en grande en Santa Rosa. Todos est?n invitados, los del pueblo y los que lleguen de los alrededores.
Para atenderlos y darles el recibimiento que merecen, se designa a un mayordomo y a 66 encargados de la fiesta. Cada uno de esos 66 aporta 6 mil pesos en efectivo, tres guajolotes, seis pollos y para tortillas y refrescos. Un promedio de 12 mil pesos por persona, un total de 792 mil pesos. Y así, cada a?o, desde hace d?cadas.
Le pregunto a un nativo si no hay remedio, sino se puede invertir ese dinero en proyectos productivos que permitan que los j?venes no se tengan que ir. —Habr? que esperar a que los mayores se mueran, antes es imposible, es la tradici?n —me responde. ¡Qu? precio tan alto por mantener la identidad y la cohesi?n!
No, lo mexicano no puede ser el despilfarro, el jolgorio y la autodestrucci?n. Tenemos mucho m?s. Nadie propone una austeridad extrema, ni la amargura como lema, pero justificar que hoy en M?xico se destinen 60 millones de d?lares para una fiesta es perpetuar a lo grande el pecado de Santa Rosa de Lima.
y como dice uno de los lectores: en los 15 a?os y en las otras fiestas el anfitri?n paga todo. El pedo es que calder?n quiere que la fiesta la paguen los invitados! na mms!
LA CULTURA DEL DESPILFARRO
Denise Maerker
Atando cabos</B>
28 de septiembre de 2009
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Hace una semana publiqu? en este espacio que el presidente Felipe Calder?n est? pensando pagar 60 millones de d?lares por un espect?culo del Bicentenario que se presentar? una sola vez, una noche, en el Z?calo.
Las reacciones de los lectores me sorprendieron. Recupero algunas: “¡Una vez cada 200 a?os no hace da?o!... ¿a ver qui?n de aquí no se ha gastado su último sueldo en cervezas, en armar la pachanga con la familia y olvidarse de todo?” Otro m?s apela al animo derrochador del mexicano para justificarlo: “Los mexicanos así somos, la fiesta de los 15 a?os de la hija, el bautizo o la boda son motivo para echar la casa por la ventana a pesar de no contar con los recursos econ?micos”. Y por último otro m?s nos recuerda que el despilfarro es tradici?n en los pueblos: “En mi rancho cuando llegan los 15 a?os de la ni?a, aunque no haya dinero ni para el pago del recibo de la luz, de todas formas se hace fiesta, y no s?lo eso, se echa la casa por la venta, todo, claro, a costillas de muchos padrinos, de vestido, de música, de pastel, de comida, de invitaciones, de mariachi, de video, de peinado, de bebida y sin faltar los padrinos de palillos, popotes y servilletas. ¡Así somos los mexicanos!”
No por ser nuestro lo tradicional es bueno. Conozco bien el caso de Santa Rosa de Lima, un pueblo mixteco de Oaxaca. En Santa Rosa no se produce nada y la mayoría de su poblaci?n ha tenido que emigrar. Algunos viven en el Distrito Federal, la mayoría esta en Oregon, en Estados Unidos. Eso no impide que cada a?o, del 28 al 31 de agosto se festeje en grande en Santa Rosa. Todos est?n invitados, los del pueblo y los que lleguen de los alrededores.
Para atenderlos y darles el recibimiento que merecen, se designa a un mayordomo y a 66 encargados de la fiesta. Cada uno de esos 66 aporta 6 mil pesos en efectivo, tres guajolotes, seis pollos y para tortillas y refrescos. Un promedio de 12 mil pesos por persona, un total de 792 mil pesos. Y así, cada a?o, desde hace d?cadas.
Le pregunto a un nativo si no hay remedio, sino se puede invertir ese dinero en proyectos productivos que permitan que los j?venes no se tengan que ir. —Habr? que esperar a que los mayores se mueran, antes es imposible, es la tradici?n —me responde. ¡Qu? precio tan alto por mantener la identidad y la cohesi?n!
No, lo mexicano no puede ser el despilfarro, el jolgorio y la autodestrucci?n. Tenemos mucho m?s. Nadie propone una austeridad extrema, ni la amargura como lema, pero justificar que hoy en M?xico se destinen 60 millones de d?lares para una fiesta es perpetuar a lo grande el pecado de Santa Rosa de Lima.
y como dice uno de los lectores: en los 15 a?os y en las otras fiestas el anfitri?n paga todo. El pedo es que calder?n quiere que la fiesta la paguen los invitados! na mms!
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