Ella Espera…
Las escaleras de una capilla vieja y abandonada, se escucharon crujir. El velador del cementerio alcanz? a ver a lo lejos la luz de las antorchas que resguardaban la entrada de la capilla, ?l sabía la historia y aún así su curiosidad lo amordaz? y tomando el peque?o farol con sus ancianas manos, sali? de su fúnebre choza situada en la entrada del mismo cementerio. Camin? entre las tumbas y lo que le quedaba de raz?n le imploraba a gritos que regresara, que no se acercara a aquel horrible lugar.
A?os de trabajar en ese tenebroso sitio le impedían sentir miedo, pero lo que sinti? al pararse frente a la capilla con las antorchas encendidas, no podía explic?rselo. Se qued? observando con miedo la puerta, que se movía al comp?s del aire y golpeaba lo que quedaba por dentro. Los truenos no se hicieron esperar, parecía que una tormenta el?ctrica se posaba sobre la cruz de la cúpula en aquella inquietante noche y el pobre anciano alcanz? a ver una figura negra en el fondo del altar. Gimi?, pues su garganta no pudo esbozar un grito y retrocedi? tropezando con una de las miles de tumbas. Se levant? y dio la vuelta para regresar a casa, pero entonces escuch? aquella voz como miles de espadas atravesando su d?bil coraz?n.
- ¡NO! - Una voz aguardada por a?os, desvencijada por el polvo y el olvido inund? sus sentidos. Era ella y su voz le pareci? terriblemente desgarrada y ronca. Era la misma voz que lo llamaba, que le suplicaba mirarla. Entonces escuch? el murmullo de sus pasos sobre la madera vieja, ella se dirigía hacia ?l. -¡NO!- Repiti? la voz femenina que se acercaba. Cientos de agujas se clavaban en su cuello, estaba paralizado y su deseo era correr pero sus piernas parecían no obedecerlo. Los pasos llegaron a las escaleras y allí se detuvieron El anciano volte? aún contra su propia voluntad y la vio.
Era una joven, con su cabello rizado maltratado por los a?os, se alcanzaba a ver su rostro p?lido y su mirada vacía, sus mejillas aún rosadas por el maquillaje que algún día utiliz?, a trav?s del velo maltratado. En sus ojos verdes no existía ningún reflejo y su vestido, una vez blanco, se veía amarillento y desgastado. En sus manos, cubiertas con guantes sucios y amarillentos, sostenía un ramo de flores secas. Comenz? a bajar lentamente las escaleras y crujieron una vez m?s para recordarle al anciano que no era ninguna pesadilla, dej? caer el farol y logr? hacer que sus piernas corrieran tanto como su aliento se lo permiti?. El anciano cont? a detalle lo de la noche anterior, pero sin lugar a dudas, nadie le crey?.
Cuando regres? a buscar el viejo farol, encontr? algunos p?talos secos junto a el.
El anciano sabe que en la capilla abandonada, con su vestido de novia y su ramo seco, con su desgarradora voz y su mirada sin vida, ella espera a quien le prometi? matrimonio antes de que la s?tira de insensibles promesas le llenaran el corazon que alguna vez lati?, ella espera a quien la abandon?, ella espera…
©2003 Alexa Crow
Las escaleras de una capilla vieja y abandonada, se escucharon crujir. El velador del cementerio alcanz? a ver a lo lejos la luz de las antorchas que resguardaban la entrada de la capilla, ?l sabía la historia y aún así su curiosidad lo amordaz? y tomando el peque?o farol con sus ancianas manos, sali? de su fúnebre choza situada en la entrada del mismo cementerio. Camin? entre las tumbas y lo que le quedaba de raz?n le imploraba a gritos que regresara, que no se acercara a aquel horrible lugar.
A?os de trabajar en ese tenebroso sitio le impedían sentir miedo, pero lo que sinti? al pararse frente a la capilla con las antorchas encendidas, no podía explic?rselo. Se qued? observando con miedo la puerta, que se movía al comp?s del aire y golpeaba lo que quedaba por dentro. Los truenos no se hicieron esperar, parecía que una tormenta el?ctrica se posaba sobre la cruz de la cúpula en aquella inquietante noche y el pobre anciano alcanz? a ver una figura negra en el fondo del altar. Gimi?, pues su garganta no pudo esbozar un grito y retrocedi? tropezando con una de las miles de tumbas. Se levant? y dio la vuelta para regresar a casa, pero entonces escuch? aquella voz como miles de espadas atravesando su d?bil coraz?n.
- ¡NO! - Una voz aguardada por a?os, desvencijada por el polvo y el olvido inund? sus sentidos. Era ella y su voz le pareci? terriblemente desgarrada y ronca. Era la misma voz que lo llamaba, que le suplicaba mirarla. Entonces escuch? el murmullo de sus pasos sobre la madera vieja, ella se dirigía hacia ?l. -¡NO!- Repiti? la voz femenina que se acercaba. Cientos de agujas se clavaban en su cuello, estaba paralizado y su deseo era correr pero sus piernas parecían no obedecerlo. Los pasos llegaron a las escaleras y allí se detuvieron El anciano volte? aún contra su propia voluntad y la vio.
Era una joven, con su cabello rizado maltratado por los a?os, se alcanzaba a ver su rostro p?lido y su mirada vacía, sus mejillas aún rosadas por el maquillaje que algún día utiliz?, a trav?s del velo maltratado. En sus ojos verdes no existía ningún reflejo y su vestido, una vez blanco, se veía amarillento y desgastado. En sus manos, cubiertas con guantes sucios y amarillentos, sostenía un ramo de flores secas. Comenz? a bajar lentamente las escaleras y crujieron una vez m?s para recordarle al anciano que no era ninguna pesadilla, dej? caer el farol y logr? hacer que sus piernas corrieran tanto como su aliento se lo permiti?. El anciano cont? a detalle lo de la noche anterior, pero sin lugar a dudas, nadie le crey?.
Cuando regres? a buscar el viejo farol, encontr? algunos p?talos secos junto a el.
El anciano sabe que en la capilla abandonada, con su vestido de novia y su ramo seco, con su desgarradora voz y su mirada sin vida, ella espera a quien le prometi? matrimonio antes de que la s?tira de insensibles promesas le llenaran el corazon que alguna vez lati?, ella espera a quien la abandon?, ella espera…
28 de Diciembre de 2003
©2003 Alexa Crow
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