Jos? Moreno Díaz, El Se?or de las Palomas.
Se llamaba Jos? Moreno Díaz. Form? parte del paisaje del Centro Hist?rico durante mucho tiempo.
Naci?, según parece, el 7 de Mayo de 1898, en un poblado de Aguascalientes, y lleg? a San Luis con la American Smelting and Refining Company (Asarco), para la cual trabaj? toda su vida.
Con su pobre sombrero de fieltro caf?, su “yompa” ese saco de mezclilla característico de los ferrocarrileros, (el cual usaba no por pertenecer a ese gremio, sino sencillamente por que le gustaba) y su saca de malla en la cual llevaba migas de pan o maíz quebrado, este hombre acudía dos veces diarias a la Plaza de Armas para alimentar a las palomas.
Quienes tuvimos la fortuna de presenciar aquel cuadro, difícilmente podremos borrarlo de la memoria.
En esta tranquila plaza, era digno de ver como, de pronto, una nube de palomas bajaban desde las cornisas, los campanarios, los ?rboles, o cualquier resquicio en donde en ese momento se encontraran, todas a una, hacia la calle de los Bravo, o bien por Hidalgo, desde donde se acercaba don Jos?.
Pr?cticamente lo cubrían de pies a cabeza, pos?ndose unas en su sombrero, otras en sus hombros, otras se sujetaban con las patitas en los pliegues de su ropa, se posaban en sus zapatos, y, las m?s ansiosas, metían el pico en la saca llena del alimento que su bienhechor les prodigaba.
Esta afici?n comenz? de manera incidental, alrededor del a?o 1966. Su nieto Arturo, formaba parte del coro de Morales, del P. Juanito Almaz?n (otro interesante personaje potosino, con fama de santo, de quien se dice que posee el don de ubicuidad, entre otras cosas...) pues estudiaba en el entonces Instituto Latino, que se encuentra anexo al templo de aquella fracci?n. Los días domingo ese coro acudía a cantar una de las misas de la Santa Iglesia Catedral; ahí al terminar la ceremonia, el chiquillo y sus compa?eritos se daban gusto explorando torres y campanarios. Una ma?ana de invierno, los peque?os cantores se encontraron con gran número de pichoncitos fuera de sus nidos, a punto de morir de frío. Arturo se compadeci? de los animalitos, llev?ndose varios a su casa, con un poco de miedo de que Don Jos?, su abuelo, lo rega?ara. Para su sorpresa, el hombre lo ayud? a alimentar a los pichones con masa de maíz, y a los 2 o 3 días, emprendieron la construcci?n de un palomar, para criar apropiadamente a los animalitos.
Al llegar el momento de su jubilaci?n, y disponer con ello Don Jos?, de m?s tiempo libre, sus días se adaptaron a un nuevo programa: por las ma?anas, salía al centro a comprar los alimentos para la familia, haciendo un alto en la Plaza de Armas para alimentar a las palomas, tanto le satisfacía esta actividad que volvía nuevamente por las tardes, regresando siempre al hogar antes de las 8 de la noche, para cenar en familia.
Cuentan sus familiares que, durante el desayuno, se ocupaba en reunir los migajones del pan, y desmenuzarlos para que las palomas los pudieran comer.
Cuando se intent? exterminar a las palomas, argumentando que destruían la cantera; Don Jos?, indignado, enferm? por el disgusto, y en cuanto pudo levantarse, movi? cielo, mar y tierra, atrajo la atenci?n de los medios, con el apoyo de la pintora Tere Caballero, quien elabor? carteles alusivos, y otras personalidades, finalmente consigui? detener el exterminio, y que el Municipio le adjudicara una peque?a pensi?n para el alimento de los animalitos. Su reclamo a la autoridad por aquella matanza, durante la cual los cuerpecitos de las palomas eran retirados en carretillas y arrojados a la basura, fue severo, se?alando, con admirable sentido común, que “al menos las hubieran hecho en caldo para dar de comer a los necesitados”.
Asign? una habitaci?n de su casa para guardar los costales de maíz destinados a alimentar a las palomas de la plaza, habitaci?n a la que no permitía que ingresara nadie m?s que ?l, pues entendía que si el gobierno le daba ese maíz para las palomas de la plaza, ni un grano del mismo debía usarse para un fin diferente. Esta an?cdota nos habla de su ejemplar rectitud.
Al propio tiempo crecía el palomar de su domicilio particular. Ninguno de sus diez nietos, para los cuales el Se?or de las Palomas era un verdadero padre, se atrevía ni siquiera a pensar en lastimar aquellos animalitos, temerosos del castigo del abuelo, sí, pero m?s que nada por el ejemplo de bondad y cari?o que hacia ellos les daba Don Jos?.
Era un hombre que prodigaba su protecci?n a las palomas, sin descuidar a su numerosa familia; sus abundantes nietos recuerdan que, cuando sus zapatos ya no estaban en buenas condiciones, el abuelo les llamaba:"chamaco, venga acà", indic?ndoles que lo acmpa?aran a su habitaci?n, a la cual no les estaba permitido entrar a menos que el se los pidiera. Acudían un poco asustados de haber merecido un rega?o, entonces Don Jos? sacaba del bolsillo una cinta, con la cual media la longitud del pie, haciendo dos nudos que correspondìan a punta y tal?n. Aquel ritual era aviso seguro de que, por la tarde, El Se?or de las Palomas volvería a la casa con un flamante par de zapatos nuevos, de la medida exacta del emocionado nieto....
La indescriptible imagen de Don Jos?, fue dada a conocer a nivel nacional por el tambi?n fallecido Raúl Velasco cuando se transmiti? desde San Luis Potosí, el programa “Siempre en Domingo”, que incluy? una entrevista en el segmento “M?xico, Magia y Encuentro”; fue entonces que el reconocido conductor “bautiz?” a Don Jos? como “Se?or de las Palomas”.
Despu?s de unas 6 semanas de cama de las cuales 3 transcurrieron en la clínica del IMSS, el 28 de Junio de 1987, el Se?or de las Palomas dej? de existir, a la edad de 89 a?os, a consecuencia de insuficiencia renal cr?nica, siendo sepultado en la fosa con b?veda 639 derecha, anexo, en el Cementerio del Saucito, según consta en el libro 49, hoja 89, dejando un recuerdo imborrable cuya imagen de generosidad y amor es patrimonio de los potosinos.
Durante algún tiempo, las palomas de la Plaza, volaban en parvada por las calles de Hidalgo, Obreg?n, Aldama y Los Bravo, a la hora en que Don Jos? les habría llevado su alimento, busc?ndolo inútilmente. El palomar de su casa qued? vaci?, las aves emigraron con rumbo desconocido.
Pero hoy, las palomas reencuentran a su protector. El Ayuntamiento 2004-2006, hizo instalar en la Plaza de Armas, una escultura en bronce tama?o natural, obra del escultor potosino Mario Cuevas, que representa a Don Jos?. Sin convocatoria ni acuerdo previo, algunas personas acuden a dejar alimento a las palomas, deposit?ndolo en la escultura y sus alrededores, lo que permite recrear aquella imagen del hombre bueno y generoso, cubierto de palomas.
Tras apenas un mes de la instalaci?n de la estatua, ?sta tenía ya las manos pulidas, por el roce de manos infantiles que acuden a saludarla…por su bondad y su ejemplo, Don Jos? Moreno, El Se?or de las Palomas, es todo un personaje potosino.
Se llamaba Jos? Moreno Díaz. Form? parte del paisaje del Centro Hist?rico durante mucho tiempo.
Naci?, según parece, el 7 de Mayo de 1898, en un poblado de Aguascalientes, y lleg? a San Luis con la American Smelting and Refining Company (Asarco), para la cual trabaj? toda su vida.
Con su pobre sombrero de fieltro caf?, su “yompa” ese saco de mezclilla característico de los ferrocarrileros, (el cual usaba no por pertenecer a ese gremio, sino sencillamente por que le gustaba) y su saca de malla en la cual llevaba migas de pan o maíz quebrado, este hombre acudía dos veces diarias a la Plaza de Armas para alimentar a las palomas.
Quienes tuvimos la fortuna de presenciar aquel cuadro, difícilmente podremos borrarlo de la memoria.
En esta tranquila plaza, era digno de ver como, de pronto, una nube de palomas bajaban desde las cornisas, los campanarios, los ?rboles, o cualquier resquicio en donde en ese momento se encontraran, todas a una, hacia la calle de los Bravo, o bien por Hidalgo, desde donde se acercaba don Jos?.
Pr?cticamente lo cubrían de pies a cabeza, pos?ndose unas en su sombrero, otras en sus hombros, otras se sujetaban con las patitas en los pliegues de su ropa, se posaban en sus zapatos, y, las m?s ansiosas, metían el pico en la saca llena del alimento que su bienhechor les prodigaba.
Esta afici?n comenz? de manera incidental, alrededor del a?o 1966. Su nieto Arturo, formaba parte del coro de Morales, del P. Juanito Almaz?n (otro interesante personaje potosino, con fama de santo, de quien se dice que posee el don de ubicuidad, entre otras cosas...) pues estudiaba en el entonces Instituto Latino, que se encuentra anexo al templo de aquella fracci?n. Los días domingo ese coro acudía a cantar una de las misas de la Santa Iglesia Catedral; ahí al terminar la ceremonia, el chiquillo y sus compa?eritos se daban gusto explorando torres y campanarios. Una ma?ana de invierno, los peque?os cantores se encontraron con gran número de pichoncitos fuera de sus nidos, a punto de morir de frío. Arturo se compadeci? de los animalitos, llev?ndose varios a su casa, con un poco de miedo de que Don Jos?, su abuelo, lo rega?ara. Para su sorpresa, el hombre lo ayud? a alimentar a los pichones con masa de maíz, y a los 2 o 3 días, emprendieron la construcci?n de un palomar, para criar apropiadamente a los animalitos.
Al llegar el momento de su jubilaci?n, y disponer con ello Don Jos?, de m?s tiempo libre, sus días se adaptaron a un nuevo programa: por las ma?anas, salía al centro a comprar los alimentos para la familia, haciendo un alto en la Plaza de Armas para alimentar a las palomas, tanto le satisfacía esta actividad que volvía nuevamente por las tardes, regresando siempre al hogar antes de las 8 de la noche, para cenar en familia.
Cuentan sus familiares que, durante el desayuno, se ocupaba en reunir los migajones del pan, y desmenuzarlos para que las palomas los pudieran comer.
Cuando se intent? exterminar a las palomas, argumentando que destruían la cantera; Don Jos?, indignado, enferm? por el disgusto, y en cuanto pudo levantarse, movi? cielo, mar y tierra, atrajo la atenci?n de los medios, con el apoyo de la pintora Tere Caballero, quien elabor? carteles alusivos, y otras personalidades, finalmente consigui? detener el exterminio, y que el Municipio le adjudicara una peque?a pensi?n para el alimento de los animalitos. Su reclamo a la autoridad por aquella matanza, durante la cual los cuerpecitos de las palomas eran retirados en carretillas y arrojados a la basura, fue severo, se?alando, con admirable sentido común, que “al menos las hubieran hecho en caldo para dar de comer a los necesitados”.
Asign? una habitaci?n de su casa para guardar los costales de maíz destinados a alimentar a las palomas de la plaza, habitaci?n a la que no permitía que ingresara nadie m?s que ?l, pues entendía que si el gobierno le daba ese maíz para las palomas de la plaza, ni un grano del mismo debía usarse para un fin diferente. Esta an?cdota nos habla de su ejemplar rectitud.
Al propio tiempo crecía el palomar de su domicilio particular. Ninguno de sus diez nietos, para los cuales el Se?or de las Palomas era un verdadero padre, se atrevía ni siquiera a pensar en lastimar aquellos animalitos, temerosos del castigo del abuelo, sí, pero m?s que nada por el ejemplo de bondad y cari?o que hacia ellos les daba Don Jos?.
Era un hombre que prodigaba su protecci?n a las palomas, sin descuidar a su numerosa familia; sus abundantes nietos recuerdan que, cuando sus zapatos ya no estaban en buenas condiciones, el abuelo les llamaba:"chamaco, venga acà", indic?ndoles que lo acmpa?aran a su habitaci?n, a la cual no les estaba permitido entrar a menos que el se los pidiera. Acudían un poco asustados de haber merecido un rega?o, entonces Don Jos? sacaba del bolsillo una cinta, con la cual media la longitud del pie, haciendo dos nudos que correspondìan a punta y tal?n. Aquel ritual era aviso seguro de que, por la tarde, El Se?or de las Palomas volvería a la casa con un flamante par de zapatos nuevos, de la medida exacta del emocionado nieto....
La indescriptible imagen de Don Jos?, fue dada a conocer a nivel nacional por el tambi?n fallecido Raúl Velasco cuando se transmiti? desde San Luis Potosí, el programa “Siempre en Domingo”, que incluy? una entrevista en el segmento “M?xico, Magia y Encuentro”; fue entonces que el reconocido conductor “bautiz?” a Don Jos? como “Se?or de las Palomas”.
Despu?s de unas 6 semanas de cama de las cuales 3 transcurrieron en la clínica del IMSS, el 28 de Junio de 1987, el Se?or de las Palomas dej? de existir, a la edad de 89 a?os, a consecuencia de insuficiencia renal cr?nica, siendo sepultado en la fosa con b?veda 639 derecha, anexo, en el Cementerio del Saucito, según consta en el libro 49, hoja 89, dejando un recuerdo imborrable cuya imagen de generosidad y amor es patrimonio de los potosinos.
Durante algún tiempo, las palomas de la Plaza, volaban en parvada por las calles de Hidalgo, Obreg?n, Aldama y Los Bravo, a la hora en que Don Jos? les habría llevado su alimento, busc?ndolo inútilmente. El palomar de su casa qued? vaci?, las aves emigraron con rumbo desconocido.
Pero hoy, las palomas reencuentran a su protector. El Ayuntamiento 2004-2006, hizo instalar en la Plaza de Armas, una escultura en bronce tama?o natural, obra del escultor potosino Mario Cuevas, que representa a Don Jos?. Sin convocatoria ni acuerdo previo, algunas personas acuden a dejar alimento a las palomas, deposit?ndolo en la escultura y sus alrededores, lo que permite recrear aquella imagen del hombre bueno y generoso, cubierto de palomas.
Tras apenas un mes de la instalaci?n de la estatua, ?sta tenía ya las manos pulidas, por el roce de manos infantiles que acuden a saludarla…por su bondad y su ejemplo, Don Jos? Moreno, El Se?or de las Palomas, es todo un personaje potosino.
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