Re: *o* La Dalia Negra .....

Se ve interesante, y la pelicula ya esta en las vías

a ver si la compro el proximo domingo

Re: *o* La Dalia Negra .....

Alexa si vas a comprar una novela de ella, que sea la de James Elroy es el mejor escrito de todos, lo saco a la venta Punto de Lectura en coleccion economica en 99 pesos ...

*o* La Dalia Negra .....

Eh aqui la noticia mas completa...

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Noticia 18/Oct/2006 - Por Damned Martian |
Especial La Dalia Negra: Elizabeth Short, la verdadera Dalia



El crimen de la Dalia Negra es uno de los asesinatos m?s famosos del siglo XX, al menos en Estados Unidos. En una ciudad que facturaba films de cine negro como rosquillas, la muerte de esta joven de 22 a?os se convirti? de la noche a la ma?ana en el caso a seguir por los m?s importantes periodistas. La sociedad americana se volc? en ?l como si de un folletín se tratase, con sus dosis de intriga y horror. La brutalidad del crimen, las oscuras pistas que seguía la policía, los numerosos sospechosos y el car?cter de la víctima, una joven que había ido a Hollywood con sus sue?os bajo el brazo, encendieron poderosamente las imaginaciones y los miedos del pueblo, y durante dos meses no se habl? de otra cosa en Los Ángeles. A día de hoy, la identidad del asesino de la Dalia sigue siendo un misterio. Pero, ¿qui?n hay detr?s de ese po?tico apodo?






1. BETH

Bautizada como Elizabeth Short, nuestra Dalia naci? en un pueblecito de Massachussets el 29 de Julio de 1924. Sus padres se llamaban Phoebe y Cleo Short, y llevaban un modesto negocio de minigolf que quebr?, como tantos otros, con el crack de la bolsa del 29. Las cosas no fueron idílicas en el hogar de los Short, y todavía se volvieron m?s crudas cuando, al a?o siguiente, Cleo abandon? a su familia de la manera m?s teatral posible: fingiendo su propia muerte. Aunque un tiempo despu?s escribi? a su familia desde California disculp?ndose, la madre de Beth nunca le perdon? ni quiso saber nada de ?l.

La infancia de Beth estuvo marcada por este abandono, pero tambi?n por la enfermedad, ya que padecía de asma y problemas pulmonares. Los g?lidos inviernos de su pueblo natal eran tan perjudiciales para ella que a los 16 a?os su madre comenz? a mandarla durante las estaciones frías a casa de unos amigos en Florida. Y fue precisamente en Miami donde consigui? su primer empleo, de camarera en un restaurante. Los a?os iban pasando, y Beth se iba convirtiendo en una hermosa y esbelta mujer que causaba admiraci?n all? donde iba. Sabedora de ello, Beth hacía cuanto estaba en su mano para explotar su imagen, ti??ndose el pelo de negro azabache y luciendo vestidos ajustados. Fue en esa ?poca cuando empez? a considerar seriamente el dedicarse a ser modelo o actriz, un sue?o que tenía desde ni?a, cuando pasaba las veladas vespertinas viendo películas con su madre.



En 1943 Beth se mud? a vivir una temporada con su padre en Vallejo, California. La idílica reconciliaci?n que ocurriría en una película no sucedi? en este caso. Cleo esperaba que Beth fuese poco m?s que su criada, y Beth tenía muy claro que era un espíritu libre. A las tres semanas Beth se march? a Santa Barbara, donde consigui? trabajo en la base militar de Camp Cooke. No dur? mucho, ya que poco despu?s fue detenida por beber siendo menor de edad (contaba 19 a?os por entonces) y mandada de vuelta a Massachussets. Al arrestarla le tomaron las huellas, claro, y fue gracias a esto que su cuerpo pudo ser identificado a?os despu?s.



Los siguientes a?os de su vida fueron un constante ir y volver entre su pueblo natal y Florida, aceptando todo tipo de trabajos que enseguida abandonaba para mudarse a otro lugar. Se hizo una habitual de los clubs, las pistas de baile y los garitos de moda de media costa este, alternando tanto de hombre como lo hacía de vivienda. Esto es, hasta la Nochevieja de 1944, cuando conoci? y se enamor? perdidamente del mayor Matthew M. Gordon Jr. Al poco ya estaban prometidos, y se habrían casado cuando el militar hubiese vuelto de Filipinas, lugar al que estaba destinado. Pero la tragedia que perseguía a Beth quiso que Matt muriese en un accidente de aviaci?n durante una misi?n, el 10 de Agosto de 1945, pocos días antes de que el conflicto terminase.




La muerte de Matt sumi? a Beth en una depresi?n de la que intent? salir de la única forma que conocía: se march? a California a buscar el consuelo de una botella y un ex-novio tambi?n militar, el teniente Gordon Fickling. Su tempestuosa relaci?n no fructific?, debido a los constantes flirteos de Beth con otros hombres, y Flicking se mud? a Carolina del Norte, desde donde se sigui? carteando con Beth. La joven se vio así abandonada a su suerte, incapaz de mantener un empleo fijo ni de vivir en el mismo sitio durante mucho tiempo. El poco dinero que conseguía ahorrar prefería gastarlo en ropa nueva y elegante que en comida o alquiler. Prueba de su precariedad es el p?simo estado de su dentadura, que incluso lucía empastes caseros hechos con cera, tal y como averigu? el forense tras su muerte.

Sin ningún amigo íntimo a quien recurrir, Beth se acostumbr? a frecuentar cada noche los bares de Los Ángeles en busca de un nuevo pretendiente (preferiblemente militar) con el cual ahogar las penas de su fracaso sentimental y artístico. Los hombres le pagaban las copas, la cena, le compraban regalos caros e incluso le proporcionaban dinero en met?lico, y ella nunca decía que no. Su gran esperanza era conocer a un hombre rico que pudiese ayudarla a dar el salto a las películas, que la convirtiese en una estrella, que terminase con sus problemas.




El 8 de Enero de 1947, Flicking recibi? una carta de Beth donde le confesaba su proyecto de mudarse a Chicago para ser modelo. Esa noche Beth durmi? en un motel con un ligue casual llamado Robert ‘Red’ Manley, un vendedor de 25 a?os que la recogi? en su coche en una esquina de San Diego, donde la chica andaba deambulando buscando un lugar donde pasar la noche. No tuvieron sexo. Al día siguiente Red la llev? a la estaci?n de autobús, donde dej? su equipaje. Según ella, iba a viajar a Berkeley para quedarse con su hermana, con la cual debía reunirse en el lujoso Hotel Biltmore. A las 18:30, Red la dej? en el vestíbulo del hotel y se march? a su casa, donde le esperaba su familia. Esa noche, a las 22:00, el recepcionista la vio salir del hotel. Nadie m?s la volvi? a ver con vida.





2. EL MANIQUÍ ROTO

El 15 de ese mismo mes a las 10:40, la policía recibi? una llamada an?nima de una mujer diciendo que había visto a una persona en un solar abandonado de Leimert Park, un barrio del sur de Los Ángeles, que podía necesitar ayuda. La mujer fue identificada m?s tarde como Betty Bersinger , vecina de la zona. En entrevistas posteriores, Betty afirm? que al principio pens? que s?lo era un maniquí roto. Poco despu?s de las 11, los agentes Frank Perkins y Wayne Fitzgerald llegaron al lugar se?alado y no se encontraron con un maniquí, sino con un espect?culo dantesco.

[ABSTENERSE DE LEER LOS SIGUIENTES PÁRRAFOS SI SOIS PARTICULARMENTE SENSIBLES]

El cuerpo de Elizabeth Short yacía en el suelo, horriblemente mutilado. Su cuerpo había sido partido en dos por la cintura, dejando ambas partes a medio metro de distancia, con las piernas abiertas y los brazos posici?n de alto. Sus intestinos habían sido colocados de forma ordenada dentro de la pelvis, que se encontraba expuesta a la intemperie, y su est?mago estaba lleno de heces. Había marcas de cuerdas en sus mu?ecas y tobillos, indicando que había sido atada durante al menos 72 horas, con toda probabilidad para torturarla: múltiples laceraciones, golpes y quemaduras aparecían por todo su cuerpo; el pechod erecho le había sido extirpado; profundos cortes en forma de X adornaban sus miembros y su zona p?lvica; una letra “B” había sido grabada en su frente; faltaban adem?s algunos trozos de su cuerpo, cortados con precisi?n de cirujano, que según la autopsia fueron seccionados antes de morir. Por si esto fuera poco, sus mejillas habían sido sajadas desde la comisura del labio hasta la oreja dejando la mandíbula casi sin sujeci?n, formando una siniestra sonrisa. Para culminar tan macabra obra, había sido violada post-mortem, desangrada, y habían introducido hierba y el trozo de rodilla que le faltaba en su vagina. El forense dictamin? que la causa de la muerte fue hemorragia cerebral debida a múltiples fracturas de cr?neo, producidas por un objeto romo y contundente.

Las siguientes im?genes muestran el cad?ver. Son extremadamente explícitas, por lo que s?lo las pondremos en forma de enlaces. No son aptas para menores o gente sensible, así que proceded a vuestra discreci?n:

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, ESTAS SOLO LAS TENGO YOP

Ni una gota de sangre adornaba el cad?ver ni la hierba a su alrededor, prueba de que había sido cuidadosamente lavado antes de ser transportado desde el lugar de su muerte hasta el solar. Esto dificult? la toma de huellas, ya que sus dedos estaban arrugados por el agua. Decenas de agentes del FBI comenzaron entonces la tit?nica labor de comparar las huellas con las de sus archivos, que contaban por esa fecha con 104 millones de registros. Pronto identificaron a la víctima.

Por entonces la prensa estaba m?s metida en la labor policial: en las escenas de los crímenes no se utilizaba ningún precinto para alejar a curiosos (prueba de ello son las numerosas fotos del cuerpo que existen), los periodistas asistían regularmente a las autopsias, y la informaci?n era compartida abiertamente con ellos – salvo algún detalle significativo para poder separar las confesiones falsas de las verdaderas. Por eso cuando los peri?dicos recibieron las im?genes de Elizabeth Short en vida y vieron su belleza, juventud y candidez, se lanzaron como hienas sobre el caso convirti?ndolo en la historia del a?o.

Fue precisamente un periodista el que invent? el apodo con el que Beth pasaría a la historia: la Dalia Negra, en honor al film de moda en esos momentos (La Dalia Azul, con Veronica Lake) y a la pasi?n de Beth por la ropa de color azabache. Fue entonces cuando la mujer dej? paso al mito.




3. UN OLOR A GASOLINA

Con la prensa detr?s, el crimen pronto se convirti? en la prioridad del Departamento de Policía de Los Ángeles. Pero como ocurre con todos los casos de gran notoriedad, la cantidad de pistas falsas supera con creces la de de pistas v?lidas.

Así, los agentes se vieron obligados a atender miles de llamadas de gente que daba pistas de dudosa fiabilidad o que confesaba haber matado a la Dalia, aunque a la hora de la verdad apenas supiesen lo que había salido en los peri?dicos. A veces se trataba de enfermos mentales, otras veces bromistas o gente con ansias de notoriedad, otras simplemente vagabundos con recuerdos nublados por el alcohol. Tambi?n había gente que delataba a algún conocido, lo cual obligaba a la policía a investigar con mayor exhaustividad la pista facilitada. Lamentablemente la delaci?n solía ser producto de alguna rencilla personal, y de las subsiguientes ansias de venganza del confidente. Algunas veces tenía m?s peso (una mancha de sangre descubierta en la ropa, una ausencia inexplicada…), pero invariablemente acababa en un callej?n sin salida. Tampoco se libraron de personajillos tales como videntes o pseudo-científicos con m?todos “infalibles” para resolver el caso (uno de ellos solicit? un ojo de la víctima para captar una fotografía de la última imagen que vio en vida, supuestamente la de su asesino). Ni que decir tiene que ninguno aport? nada al caso.

Con la mayoría de los recursos policiales involucrados en descartar pistas falsas, la labor de investigaci?n real avanzaba lenta y laboriosamente. M?s de 40 agentes se dedicaron a rastrear el vecindario donde fue encontrado el cuerpo en busca de testigos, sospechosos o alguna pista incriminatoria. Sin resultados. Las pistas forenses tampoco parecían conducir a ningún sitio claro: no existían por entonces los complicados y eficaces procesos criminalísticos de hoy en día para aprovechar las pruebas diseminadas por el cad?ver. Tampoco el hallazgo días despu?s del bolso y los zapatos de Beth en un cubo de basura a kil?metros de la escena del crimen arroj? ninguna luz al suceso, debido a lo poco que sugerían dichos objetos.

Una línea de investigaci?n cubri? la posible relaci?n del asesinato de la Dalia con otros crímenes. Cada asesinato surgido en los a?os posteriores fue examinado cuidadosamente para encontrar cualquier relaci?n con el caso, sin resultado. Como tampoco dio ninguno la comparaci?n con casos pasados. El m?s notable de ellos, por su parecido con el de la Dalia, fue el de los crímenes del Torso, acaecidos en Cleveland entre 1934 y 1938. A día de hoy tampoco se han resuelto dichos asesinatos, pero la policía descart? que estuviesen relacionados con el presente caso pese a que en ?l las víctimas tambi?n fueron cortadas por la mitad por su cintura (aunque tambi?n eran frecuentemente decapitadas y/o desmembradas).

La mejor pista lleg? el 24 de Enero. Ese día el peri?dico Examiner recibi? un sobre sin remitente con las pertenencias personales de la Dalia, incluidas fotos y una agenda con 75 nombres a la que le faltaban varias p?ginas. Tanto el sobre como su contenido estaban impregnados de gasolina, m?todo rústico donde los haya para borrar huellas dactilares. En el sobre aparecía la leyenda “Aquí est?n las pertenencias de la Dalia, les seguir? una carta”, escrita con trozos de peri?dico recortados. Nada del sobre proporcion? pistas fiables. Todos los nombres de la agenda fueron comprobados con pobres resultados, ya que todos coincidían b?sicamente en la misma historia: conocieron a Beth en un bar o en la calle, la invitaron a unas copas y cuando supieron que no estaba interesada en acostarse con ellos se fueron y no la volvieron a ver. Como prometía el sobre, la siguiente carta lleg?, y en ella el presunto asesino decía que se entregaría en una fecha y lugar determinados. El día se?alado se recibi? otro an?nimo similar diciendo que había cambiado de opini?n, y que nunca le cogerían. Se lleg? a otro punto muerto.




4. 22 NEGRITOS

Muchos fueron los sospechosos que se investigaron. Los primeros nombres en salir a la palestra fueron Cleo Short y Robert ‘Red’ Manley, el último hombre que la vio con vida. El padre de Beth vivía apenas a 5 kil?metros de la escena del crimen, pero se averigu? que llevaba 4 a?os sin verla y sin intenci?n alguna de volver a hacerlo. Incluso rehus? identificar el cad?ver, teniendo que viajar su madre miles de kil?metros para tal labor. Al descartar a Cleo, ‘Red’ Manley se convirti? en el sospechoso nº1. Pero pese a su car?cter violento y sus antecedentes psiqui?tricos, Manley fue exonerado. No s?lo tenía una s?lida coartada, sino que pas? dos veces la prueba del polígrafo y, a?os despu?s, incluso pasaría la del pentotal s?dico (el famoso “suero de la verdad”).

Las sucesivas investigaciones en el entorno de Beth fueron demostrando su err?tica vida y la carencia de amigos íntimos, por lo que se empez? a barajar la posibilidad de que el asesino de la Dalia fuese un ligue casual. Otra teoría que se manej?, dada la precisi?n de las heridas infligidas en el cad?ver, fue la de que el asesino era cirujano o tenía conocimientos de la rama quirúrgica. Tampoco se descart? que fuese una mujer la responsable, y que la secci?n por la mitad fuese s?lo a efectos pr?cticos (para facilitar el transporte al tener menos fuerza que un hombre). Esto condujo a una lista cada vez mayor de sospechosos en aparecer a lo largo de la investigaci?n. AQUI puede encontrarse un listado de los 22 principales sospechosos del caso según la fiscalía, y AQUI los archivos del FBI. Estos son algunos de los nombres m?s destacados:

- Mark Hansen: propietario de un club nocturno de Los Ángeles. Conocía a Beth, e incluso la hosped? en su casa en varias ocasiones. Sin historial criminal o de violencia. La agenda encontrada en el sobre era suya, aunque dijo que nunca la había utilizado, era Beth quien lo hacía. Fue una de las últimas personas en hablar con ella, aunque sus informes sobre el contenido de la conversaci?n eran contradictorios. Al parecer intent? acostarse con Beth infructuosamente. Entre sus amigos se contaban varios m?dicos y, según algunos rumores, la mafia. Nunca se le descart? del todo, aunque nunca se encontraron suficientes pruebas en su contra.

- Dr. Patrick S. O'Reilly: amigo de Mark Hansen, conoci? a Beth a trav?s de ?l. Habitual en fiestas y orgías de las playas de Malibú. Amplio historial de violencia ligada al sexo, ingresado en prisi?n por secuestrar a su secretaria y golpearla hasta dejarla medio muerta para acostarse con ella. Su pecho derecho había sido extirpado quirúrgicamente, de modo similar a las heridas de Beth. No se encontraron pruebas concluyentes en su contra. Habría que a?adir que estuvo casado con la hija de un capit?n de policía.

- Carl Balsiger: su nombre aparecía en un papel que venía en el famoso sobre. Historial de violencia ligada a actos sexuales. Algunos informes sugerían que Balsiger había conocido a Beth en Camp Cooke, donde había sufrido un consejo de guerra por su culpa, con el resultado de que fue enviado al extranjero. No se encontraron pruebas consistentes de que este hecho fuera verídico o de que Balsiger fuese dicho soldado. Lo que sí se sabe es que la conocía y había quedado con Beth en repetidas ocasiones a lo largo de los a?os, la última el 8 de diciembre de 1946. Su hermano Claude Welsh fue juzgado y absuelto por un asesinato similar al de la Dalia en su pueblo natal, y tambi?n fue sospechoso con id?ntico resultado: pruebas demasiado vagas y circunstanciales para llegar a alguna parte.





- Dr. George Hodel: m?dico de familia con un largo historial de conductas sexuales cuestionables, acusado en 1949 de abuso de menores por su hija de 14 a?os. Esto hizo que se investigase su posible relaci?n con el caso de la Dalia. Aunque una testigo dijo haber vivido con el sospechoso en el Hotel Biltmore, y allí haber visto a Hodel con Beth repetidas ocasiones, no se pudo encontrar a nadie que confirmara dicha historia ni que siquiera le situase en posici?n de conocerla.

- Marvin Margolis: soldado licenciado de la Marina por inestabilidad mental, debida principalmente a su obsesi?n insana de ser destinado al servicio de cirugía, para el cual había estudiado un curso. Vivi? con Beth, su amigo Bill Robinson y la amiga de ella Marjorie Graham en un piso compartido en octubre de 1946 (Beth dormía en el sof? y los otros tres en la cama). Daba el perfil psicol?gico, pero no había ninguna otra prueba en su contra.



Estos son s?lo algunos de los sospechosos, pero hay de todo: desde camareros hasta recepcionistas, desde bisexuales hasta criminales conocidos. Varios llegaron a ser encarcelados, pero a ninguno se pudo procesar por la falta de pruebas. Hubo tambi?n sospechosos que se demostr? sin ningún tipo de duda que eran inocentes, como el caso de Leslie Dillon. Dillon comenz? a cartearse con un psiquiatra de la policía para atraer su atenci?n hacia un posible sospechoso del caso, Jeff Connors, con tal mala suerte que el m?dico crey? que Connors era otra personalidad suya y fue sometido a un despiadado interrogatorio. Posteriormente se demostr? que era una persona real, y que ninguno de los dos pudo cometer el crimen, por lo que Dillon acab? demandando al LAPD y se abri? una investigaci?n interna.

En los 60 a?os que han transcurrido desde entonces, pocas pistas han surgido que permitan esclarecer el crimen. Aunque el caso sigue abierto, la posibilidad de capturar al culpable (en el dudoso caso de que siga vivo) es cada vez m?s nimia. Pese a ello, peri?dicamente aparecen libros de periodistas o familiares de gente remotamente relacionada con el caso (sea con sospechosos, policías o con la propia Beth) clamando haber resuelto el asesinato. Los hay que utilizan la criptografía, los hay que se basan en fotos del ?lbum familiar, o incluso en recuerdos borrosos. Los presuntos culpables varían desde gente que ya estuvo en la lista de los 22 hasta nombres tan alocados como los del mafioso Bugsy Siegel o el director de cine Orson Welles. Por supuesto, pocas de estas teorías se pueden demostrar, y casi todas son meras especulaciones peregrinas con ansias de explotar un fil?n tan arraigado en el subconsciente americano que se ha transformado en un aut?ntico mito, un icono capaz de inspirar a artistas tan dispares como David Lynch (Carretera Perdida), Ulu Grosbard (Confesiones Verdaderas) o Fritz Lang (La Gardenia Azul).




5. UNA FLOR MARCHITA

¿Por qu? tal obsesi?n por la Dalia? ¿Por qu? escritores como James Ellroy han vivido a su sombra, obsesionados con su historia? ¿Por qu? atrajo tanto la atenci?n de los medios y los detectives encargados del caso? La respuesta no hay que encontrarla en las singularidades del caso, sino en sus estereotipos. Como postulaba Jung, hay una serie de factores universales con los que el hombre se siente familiarizado, que componen la columna vertebral de nuestra existencia y a partir de los cuales se crean los mitos. La Dalia Negra posee esta cualidad.

La vida de Beth fue la de una chica cualquiera que s?lo desea cumplir sus sue?os. De una chica que a pesar de ser abandonada o maltratada por todos aquellos a los que intentaba amar (su padre, su prometido), siempre intent? ser querida. Buscaba constantemente compa?ía, sin querer involucrarse emocionalmente con ellos ni sacrificar su cuerpo por temor a una nueva decepci?n que fuese incapaz de superar, pero intentando encontrar ese amor que le faltaba. Un amor que intent? conseguir mediante el cine, esa f?brica de sue?os enlatados que proporciona la seguridad del cari?o distante pero incombustible de los admiradores. El cine, que crea mundos ficticios en los que no hay que pensar para desenvolverse, s?lo dejarse llevar con la confianza de que las películas siempre acaban bien. Una chica cuyo único anclaje con el mundo real era el cari?o de su madre, a la que se sentía incapaz de contar la tr?gica verdad de su situaci?n por temor a herir a la única persona a la que le importaba. Por temor a que ella tambi?n la abandonase.

Pero su mito no sería tal si no hubiese sido por su asesinato. Una muerte que acab? tr?gicamente con sus sue?os y sus ilusiones, de forma tan repentina, cruel y aleatoria que no podemos menos que sentirnos horrorizados ante la perspectiva de que cualquiera de nosotros podría sufrir un destino igual. ¿Qu? sentido tiene su muerte? ¿Qu? sentido tiene el ensa?amiento brutal que el asesino ejerci? sobre una chica tan indefensa e inofensiva? ¿C?mo es posible que haya alguien capaz de realizar actos tan salvajes y despiadados, alguien que sin embargo vive entre nosotros como una persona aparentemente normal?

Puede que sea s?lo el destino o el azar, que hizo que Elizabeth Short pasase por la calle equivocada en el momento equivocado. Puede que fuese la vida que había llevado, que le condujo a conocer a una persona que nunca debi? haber conocido. En cualquier caso, el crimen de la Dalia nos recuerda lo fr?giles que son nuestras vidas, c?mo dependen sobremanera de factores que nunca podremos controlar y que pueden arrebatarnos de un plumazo (o quiz? de forma m?s lenta y ag?nica, como si necesit?semos sentir el infierno en nuestras carnes antes de entrar en ?l) nuestros objetos m?s preciados, nuestros seres m?s queridos, nuestros sue?os, o simplemente nuestra propia vida.


- Jos? Hern?ndez
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Re: *o* La Dalia Negra .....

chale ponen como si el prometido la hubiera abandonado intencionalmente... lo pobre tipo o mataron!.


bueno como sea.. aca no le hiieron gran fiesta a la pelicula, duro bien poquito en el cine... la anunciaronunas 3 veces o mas en l te.. y ni siquiera vi las criticas la verdad.. si qeu me cuentas cuando la veas blacky

Re: *o* La Dalia Negra .....

Osea que no la viste? bueno es que a decir verdad a veces es mejor la imaginacion que verlo en movie pero, psss tal vez me perdi de algunos detalles asi que estare ansiosa a que llegue aqui

Re: *o* La Dalia Negra .....

si y me dices si la amole ok? y si la deb de rentar..jiijijiji

Re: *o* La Dalia Negra .....

la pelicula la rent? el fin de semana y tiene tintes de hostel, saw o texas chainsaw massacre... no por la trama, mas parece película de cine independiente que una producci?n de hollywood, no es de extra?arse que sea tipo saw, pues la producen los de Lions Gate... pero bueno.

Al principio hay mucha sangre y desnudoz.zzz

el que la acabe de ver la cuenta, no?

Re: *o* La Dalia Negra .....

osea ni la acabaste de ver?

Pero no cuenten la pelicula!!! solo digan si si vale la pena verla o no..con su critica SIN CONTAR la pelicula!

Re: *o* La Dalia Negra .....

Osea que te dormiste compa?

Re: *o* La Dalia Negra .....

mira, ahi te va... la rentamos el fin de semana para verla mi novia y yo... perooooo, pues la neta no le gust? porque es GORE... mucha sangre, y desnudos y mejor vimos otra película.

a mi vieja, lo que pida

Re: *o* La Dalia Negra .....

  entonces a mi bebo y a mi nos va a encantar

Re: *o* La Dalia Negra .....


muy probablemente comey... me creer?s que eso pens? cuando la empez? a ver...

Re: *o* La Dalia Negra .....

no mameyes compa ps que tan sadica se me ve?

Re: *o* La Dalia Negra .....

no, solo me acord? de tí, no dije que fueras una chava güera vestida de colegiala con botas militares, dos chongos y con dos guaruras uno disfrazado de cocinero con el delantal lleno de sangre y una mascara de película porno y el otro un wey con un bate de beisbol y careta de catcher...

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