"¡Estoy atrapada!"
Durante un fin de semana en el casino de un hotel de Atlantic City, una mujer gan? en las m?quinas tragamonedas una cubeta llena de monedas de
veinticinco centavos de d?lar. Decidi? tomarse un descanso para ir a cenar con su esposo en el comedor del hotel, pero primero quiso guardar en su
cuarto las cubetas con las monedas. "Ya vuelvo - le dijo a su esposo -guardo esto y nos vamos a cenar".
Se dirigi? al ascensor y cuando iba a entrar, vio que dos hombres estaban adentro.
Ambos eran negros. Uno de ellos era grande, muy grande.una mole intimidante que presionaba el bot?n para mantener la puerta abierta. La mujer qued? congelada en la puerta del ascensor. Su primer pensamiento fue: "Estos dos negros me van a robar".
Su siguiente pensamiento fue: "¡No seas racista, aparentan ser personas decentes!". Pero sus estereotipos raciales eran muy poderosos y el miedo
la mantuvo inmovilizada. Permaneci? parada y mirando fijamente a ambos hombres.
Estaba angustiada, aturdida, avergonzada. Rog? que no pudieran leer sus pensamientos, pero seguramente ellos sabían lo que le estaba pasando: su
vacilaci?n en entrar al ascensor era demasiado obvia. Se sonroj?.no podía estar allí parada ante ellos, y con un gran esfuerzo dio un primer paso hacia el ascensor y luego otro y otro, hasta entrar. Evitando el contacto visual con ellos, se dio vuelta y qued? r?pidamente de frente a la puerta con los negros detr?s de ella.
Sus temores se incrementaron cuando la puerta se cerr?.pero el ascensor no se movía.
El p?nico la consumía: "Dios mío - pens? - estoy atrapada y a punto de ser robada". Su coraz?n latía apresuradamente. Sudaba por cada poro de su
piel. Luego, uno de los hombres dijo con voz fuerte :"¿¡Al piso.¿?". Su instinto de supervivencia le aconsej?: "¡Haz lo que te digan; no pongas resistencia
por una cubeta llena de monedas; piensa en tu integridad física!!!"
Lanz? la cubeta hacia arriba, y se arroj? de cabeza sobre la alfombra del piso del ascensor y cerr? sus ojos con firmeza. Una lluvia de monedas cay? sobre ella. Rog? a Dios que los dos negros tomaran las monedas y que no le hicieran da?o. Pasaron un par de segundos que le parecieron interminables. Uno de los dos hombres le dijo cort?smente:"Se?ora, si nos dice a qu? piso se dirige, presionaremos el bot?n correspondiente!". El que hablaba, apenas podía articular las palabras, estaba tratando de no soltar una carcajada. La mujer abri? los ojos, levant? la cabeza y mir? a ambos negros. Le ofrecieron sus
manos para ayudarla a levantarse.
Confundida, trastabill? hasta lograr ponerse de pie. El m?s bajo de los dos le dijo:"Cuando le dije ¿¡al piso!?, quise preguntarle a qu? piso se dirigía, no quise decir que Usted se arrojara al piso, se?ora.!"
El hombre se estaba mordiendo los labios, pues a duras penas podía contener las carcajadas que se revolvían incontenibles en su interior. Ella pens?:
"¡Dios mío, he hecho un enorme ridículo!" Estaba muy humillada para poder hablar. Deseaba disculparse pero no le salían las palabras. ¿C?mo se
pide disculpas a dos respetables personas con quienes te comportas como si te fueran a robar?. No sabiendo qu? decir, alcanz? a tartamudear el
número de su piso.
Entre los tres recogieron las monedas y rellenaron la cubeta. Cuando el ascensor lleg? al piso de la mujer, los dos hombres insistieron en acompa?arla hasta su habitaci?n. Ella caminaba inestablemente y los dos hombres temían que no lograra llegar hasta el final del corredor. Ya frente a la puerta de su habitaci?n, le desearon "buenas noches".
Mientras ella se escurría dentro de su cuarto, podía oír las enormes carcajadas de ambos hombres caminando hacia el ascensor. La mujer cepill? su traje, se pein?, logr? calmarse y controlarse. Baj? a cenar con su esposo.
Al día siguiente, un ramo de flores lleg? a su habitaci?n, era una docena de rosas. La tarjeta del ramo decía: "Muchas gracias por habernos hecho reír,
como no lo hacíamos desde hace varios a?os".
La tarjeta estaba firmada por Shaquille O'Neal y Michael Jordan, las m?ximas estrellas multimillonarias de la NBA.
plop!
Durante un fin de semana en el casino de un hotel de Atlantic City, una mujer gan? en las m?quinas tragamonedas una cubeta llena de monedas de
veinticinco centavos de d?lar. Decidi? tomarse un descanso para ir a cenar con su esposo en el comedor del hotel, pero primero quiso guardar en su
cuarto las cubetas con las monedas. "Ya vuelvo - le dijo a su esposo -guardo esto y nos vamos a cenar".
Se dirigi? al ascensor y cuando iba a entrar, vio que dos hombres estaban adentro.
Ambos eran negros. Uno de ellos era grande, muy grande.una mole intimidante que presionaba el bot?n para mantener la puerta abierta. La mujer qued? congelada en la puerta del ascensor. Su primer pensamiento fue: "Estos dos negros me van a robar".
Su siguiente pensamiento fue: "¡No seas racista, aparentan ser personas decentes!". Pero sus estereotipos raciales eran muy poderosos y el miedo
la mantuvo inmovilizada. Permaneci? parada y mirando fijamente a ambos hombres.
Estaba angustiada, aturdida, avergonzada. Rog? que no pudieran leer sus pensamientos, pero seguramente ellos sabían lo que le estaba pasando: su
vacilaci?n en entrar al ascensor era demasiado obvia. Se sonroj?.no podía estar allí parada ante ellos, y con un gran esfuerzo dio un primer paso hacia el ascensor y luego otro y otro, hasta entrar. Evitando el contacto visual con ellos, se dio vuelta y qued? r?pidamente de frente a la puerta con los negros detr?s de ella.
Sus temores se incrementaron cuando la puerta se cerr?.pero el ascensor no se movía.
El p?nico la consumía: "Dios mío - pens? - estoy atrapada y a punto de ser robada". Su coraz?n latía apresuradamente. Sudaba por cada poro de su
piel. Luego, uno de los hombres dijo con voz fuerte :"¿¡Al piso.¿?". Su instinto de supervivencia le aconsej?: "¡Haz lo que te digan; no pongas resistencia
por una cubeta llena de monedas; piensa en tu integridad física!!!"
Lanz? la cubeta hacia arriba, y se arroj? de cabeza sobre la alfombra del piso del ascensor y cerr? sus ojos con firmeza. Una lluvia de monedas cay? sobre ella. Rog? a Dios que los dos negros tomaran las monedas y que no le hicieran da?o. Pasaron un par de segundos que le parecieron interminables. Uno de los dos hombres le dijo cort?smente:"Se?ora, si nos dice a qu? piso se dirige, presionaremos el bot?n correspondiente!". El que hablaba, apenas podía articular las palabras, estaba tratando de no soltar una carcajada. La mujer abri? los ojos, levant? la cabeza y mir? a ambos negros. Le ofrecieron sus
manos para ayudarla a levantarse.
Confundida, trastabill? hasta lograr ponerse de pie. El m?s bajo de los dos le dijo:"Cuando le dije ¿¡al piso!?, quise preguntarle a qu? piso se dirigía, no quise decir que Usted se arrojara al piso, se?ora.!"
El hombre se estaba mordiendo los labios, pues a duras penas podía contener las carcajadas que se revolvían incontenibles en su interior. Ella pens?:
"¡Dios mío, he hecho un enorme ridículo!" Estaba muy humillada para poder hablar. Deseaba disculparse pero no le salían las palabras. ¿C?mo se
pide disculpas a dos respetables personas con quienes te comportas como si te fueran a robar?. No sabiendo qu? decir, alcanz? a tartamudear el
número de su piso.
Entre los tres recogieron las monedas y rellenaron la cubeta. Cuando el ascensor lleg? al piso de la mujer, los dos hombres insistieron en acompa?arla hasta su habitaci?n. Ella caminaba inestablemente y los dos hombres temían que no lograra llegar hasta el final del corredor. Ya frente a la puerta de su habitaci?n, le desearon "buenas noches".
Mientras ella se escurría dentro de su cuarto, podía oír las enormes carcajadas de ambos hombres caminando hacia el ascensor. La mujer cepill? su traje, se pein?, logr? calmarse y controlarse. Baj? a cenar con su esposo.
Al día siguiente, un ramo de flores lleg? a su habitaci?n, era una docena de rosas. La tarjeta del ramo decía: "Muchas gracias por habernos hecho reír,
como no lo hacíamos desde hace varios a?os".
La tarjeta estaba firmada por Shaquille O'Neal y Michael Jordan, las m?ximas estrellas multimillonarias de la NBA.
plop!
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